Y ahora la Gran Depresión
Me resulta muy difícil, por no decir imposible, equiparar la crisis económica que se nos viene encima con los desastres humanitarios que han marcado a la civilización actual
El 15 de marzo de 2020, las primeras paginas de los periódicos de nuestro país nos despertaron con la noticia de la llegada de una gran depresión.
El FMI (Fondo Monetario Internacional) y los estudios económicos predicen un déficit del 9,5% para el 2020 y un 6,7% para el próximo 2021, lo que supone según la proyección que la deuda alcanzará 113,4%. En la Unión Europea los países más afectados serán Grecia, Italia y España aunque de esta terrible recesión nadie va a librarse.
El paro se disparará hasta un 20% y la economía doméstica y estatal tardará como mínimo dos años en situarse al mismo nivel en que vivíamos antes del Covid 19. Pero no se apuren no voy a aburrirles con datos sobre estudios económicos. Los países dependientes del turismo serán los más perjudicados porque su recuperación depende de que terceros países se recuperen primero y vuelvan a ser emisores de turistas.
Los responsables de la economía mundial hablan de la mayor depresión desde los años treinta y un panorama peor que el que dejaron la posguerra de guerra civil española o de las dos mundiales. Aunque llevo casi 40 años dedicándome a la información no soy economista, por eso, me asaltan grandes y serias dudas que me gustaría compartir y si fuera posible que entre todos reflexionáramos un poco y nos situemos en la realidad actual.
Soy apasionado de la historia reciente de la humanidad. Me refiero concretamente a los siglos XIX y XX. La lectura y los avances técnicos audiovisuales me ayudan para tener acceso a una buena hemeroteca que es la mejor documentación. Por suerte, La Primera Guerra mundial conocida como la gran guerra, La Gran Depresión de los años 30, la Guerra civil Española y la Segunda Guerra Mundial están perfectamente analizadas y documentadas. Por todo ello, me resulta muy difícil, por no decir imposible,
equiparar la crisis económica que se nos viene encima con estos desastres humanitarios que han marcado a la civilización actual.
Las grabaciones realizadas en su momento nos ofrecen unas imágenes apocalípticas. Grandes hambrunas, personas enfermas deambulando por las calles, primitivos hospitales y mal equipados, carros por las calles tirados por mulas, colas de las cartillas de racionamiento, el paro en su cara más amarga y dura y, sobre todo, la falta de libertades y derechos para hombres y mujeres.
No podemos ni debemos comparar esto, con lo que vivimos o vamos vivir en esta crisis eco-sanitaria. La situación se presenta terrible y desastrosa, no lo voy a negar seria absurdo, pero hay que poner las cosas en su correcto lugar y ser rigurosos con el mensaje que desde determinados organismos nos están llegando pero hay que recordarles que la angustia y el miedo nunca es una buena fórmula.
La diferencia con lo sucedido en su momento es abismal. A día de hoy, tenemos uno o varios supermercados perfectamente abastecidos en cada barrio de nuestra ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, que cuenta además con tres macrohospitales públicos perfectamente equipados, humana y técnicamente así como decenas de clínicas
privadas que velan por nuestra salud.
Contamos con un sistema de transporte regular y eficiente. A todo ello, le sumamos que el Gobierno anunciará en breve la aprobación para el mes de mayo la aplicación de una renta mínima para los ciudadanos mas necesitados.
Como ven, no estamos olvidados de la mano de Dios y cualquier parecido con lo vivido en los acontecimientos del siglo XX es una falacia. Vendrá una recesión económica pero la superaremos entre todos porque las condiciones para afrontarla son bien
distintas a otros tiempos.
Según los “expertos”, esos que siempre se equivocan, nos dicen que quedan un par de años muy duro por delante que la recuperación y la actividad económica volverá con un repunte del 4,3% en el 2021.
Tendremos que apretarnos el cinturón, adaptarnos a los nuevos tiempos y pagar la crisis, porque la vamos a pagar los de siempre. Esto no es una guerra estamos sumergidos en una terrible crisis sanitaria y económica pero no hay que confundir la velocidad con el tocino. Sean riguroso por favor.