Tango en Buenos Aires (2), “con estos versos no harás la Revolución”
#UnViajeUnInstante, relato 14. En su itinerario del mundo, la autora se despide de Laura, la argentina autora de 'Anoche', cerca de un tiovivo en Lyon, 'tangueando' en torno a 'Monsieur Tartine', sin dejar de soñar, sin dejar de recitar los poemas de Juan Gelman
#UnViajeUnInstante, sólo uno. Y caminando. Caminando, aunque me lleven los vientos, vengo. Porque si la vida es un tango que transcurre en una sola noche, habrá que bailarlo. Siempre.
Sin excusas, y que no lo calle nadie, Sólo ‘tangueándolo’. Quizá hasta recitándolo. Laura era como aquella mujer del poema de Juan Gelman, se parecía a la palabra nunca y desde la nuca le subía un encanto particular. (Del libro Gotán, Buenos Aires, 1962).
Se le veía con el pelo sujeto en la coleta, siempre hecha en el punto exacto, ni muy baja ni muy alta, aunque sin mimo. Se le salían los mechones por los lados, con la vida enredada en ellos, a partes iguales con el tango. Siempre el tango.
En las venas y en la mirada, porque en sus ojos parecía caber todo el olvido de este mundo. Merecía la pena perderse en ellos bailando. Y sin embargo, destilaban tristeza y resignación aún cuando sonreía o reía. Quizá demasiados tangos en una sola noche en su vida.
No lo sé. Pero fue un tango lo que despertó nuestras confidencias. Quedábamos siempre en el tiovivo próximo a la céntrica ‘Place des Cordeliers’ de Lyon. Sí, ya sé, muy francés y muy nostálgico también.
¿Hay en el mundo un objeto en movimiento, aún cuando está parado, más cargado de nostalgia y añoranza que un viejo ‘carroussel’? (Y que además sea en sí mismo un sitio, un lugar en el que soñar un instante para toda la eternidad).
Anoche me pareció verlo girar, de nuevo. Delante estaba Laura con su bandolera cruzada a un lado, esperándonos. Anoche volvimos a reír con las confesiones a la mesa de ‘Monsieur Tartine’. Así era como habíamos bautizado al dueño del bistrot del Viejo Lyon, muy próximo a la orilla del río y junto a uno de los teatros.
Y es que las ‘tartines’ (tostas de grandes rebanadas de pan de campo, dulces o saladas), acompañadas de un cuenco de hojas verdes como guarnición, eran merecedoras de dar nombre no sólo al lugar sino también a su ‘tabernero’.
Nos sentábamos en aquellas mesas de madera tosca, con sus cazos de zinc de otro tiempo, y la tarde se eternizaba. Nuestras tertulias sobre el baile, los mostradores altos y la vida, claro, eran interminables. Enredadas en los pasos de tango, siempre.
Anoche, tal cual. Y recordando cómo caminábamos por las calles del Viejo Lyon, a orillas del Ródano, con la catedral de ‘La Fourvière’ iluminada al caer el día, caminé sin remedio por las avenidas de Buenos Aires, la de ‘Mayo’, la ‘Corrientes’ y la ‘9 de Julio’, con sus 140 metros de ancho desde ‘Constitución’.
Estaban todas ahí anoche, tal cual ella me las contó. Tal y como planeamos recorrerlas juntas. Tal y como planeamos detenernos ante el Teatro Colón. Casi me parecía ver el color lavanda de los árboles de jacarandá florecidos, del mismo modo que me llegaba el aroma dulce de los cerezos en flor.
Aunque allá no sea primavera ahora. Pero aquí sí. Después de todo, fui yo la que recordó anoche. Elijo el momento y la ciudad para la primavera de ‘Anoche’, la pieza de tango de Laura.
Los mil y un colores del Barrio de La Boca y la calle ‘Caminito’ de los que me habló Laura. El rincón más vistoso de todo Buenos Aires, me dijo. “Aunque lo compartamos con los turistas, ¿viste?”, sostuvo.
‘Caminito’ y sus ‘conventillos’ con las casas revestidas de chapa, un museo a cielo abierto, como dicen los argentinos. Aquí pierdo el olor dulzón del cerezo y me empapo del amargor del tango, otra vez. Presa de aquella nostalgia del tiovivo, otra vez.
Y recuerdo su nuca, de espaldas, viendo girar el viejo ‘carroussel’ y esperándonos. De nuevo pues, vuelve a mi memoria la voz de Juan Gelman y, esta vez, su poema ‘Confianzas’. (Del libro Gotán, Buenos Aires, 1962…
“Se sienta a la mesa y escribe,
con este poema no tomaras el poder, dice
con estos versos no harás la Revolución, dice
ni con miles de versos harás la Revolución, dice”
Suena el tango de ‘Gotan Project’. Pero ya no estoy en Lyon, ni por las calles de Buenos Aires con Laura. Quizá sí en la vía abandonada del tren que atraviesa ‘Caminito’, pero sólo hasta que acabe este tango. Anoche.
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