Sorrentino se confiesa a través de Maradona
La nueva película del director italiano es soberbia. Tortuosa y divertida a la vez, conmovedora y cruda, te remueve los adentros al tiempo que te deja las tripas con hambre de más
Sorrentino y salvación. Palabra imprescindible para el artista y momento inevitable para su desarrollo como tal. Y hasta para su mera existencia como persona. A veces, casi siempre, el arte es la salvación del artista como tal.
A veces, esa salvación depende de un solo parpadeo que cambia la mirada del artista para siempre. Y Paolo Sorrentino, ya lo sabemos, tiene esa mirada.
Después de todo, acaso sea el arte la única forma de crear una realidad paralela, acaso el único modo de redención. Refugio, al fin y al cabo, que permite salir al mundo, paradójicamente.
El que sin duda es el último heredero del neorrealismo italiano en la actualidad (desde que dirigiera ’La Grande belleza’), vuelve a hacerlo. Inmune, como los grandes, tanto a la crítica como al elogio, su trabajo siempre hace mella en el alma. Propia y ajena.
Artista pues, sospechosamente vulnerable, nos presenta ahora ‘Fue la mano de Dios’ (en italiano, ‘È stata la mano di Dio’), y se confiesa a pecho descubierto en este último trabajo de inspiración autobiográfica.

Paolo Sorrentino, junto al plantel de actores y actrices principales de su última obra de arte. (Foto Mostra Venecia).
Se confiesa sin pudor. Nos muestra todos sus monstruos y nos revela la tragedia que marco su vida para siempre, y también, su destino como cineasta.
Se diría que todavía vive atrapado en esa tragedia. Y eso que “fue la mano de Dios” la que le cambió el rumbo a Paolo Sorrentino, la de un solo Dios o la de aquel otro Dios.
Porque, tal y como queda reflejado en su última película para Netflix (aclamada, como no podía ser de otra manera, en la última Mostra de Venecia, donde ganó el Gran Premio del jurado), el fichaje de Diego Armando Maradona por el Nápoles lo salvó de la dramática muerte de sus padres.
El joven Paolo, con 17 años, acudía solo al estadio por vez primera, dispuesto a alentar los colores de su club con ‘el pibe’, ganador de la copa del mundo, recién incorporado al equipo.
Este hecho afortunado, y totalmente fortuito, lo libró de pasar ese fin de semana con sus padres en la casa familiar de las montañas, donde sus padres hallaron la muerte por intoxicación accidental de monóxido de carbono mientras dormían, a causa de un calentador defectuoso.
La fatalidad y la salvación. La poética de la desgracia que lo condujo al mundo del cine, asfixiado él también por una realidad insoportable que ponía fin, bruscamente a su adolescencia.
Sorrentino encontró el alivio a su sufrimiento en el trabajo de guionista primero, y luego también de director. El cine dio horizonte a su mirada. “Durante muchos años no tuve el valor de escribir esta historia”, ha afirmado Paolo Sorrentino.
Ambientada en el Nápoles de los años 80, con el contexto de la llegada de Maradona a su ciudad natal como mágico telón de fondo, ‘Fue la mano de Dios’ es, sin lugar a dudas, la Película con mayúsculas de todos los estreno de Netflix este 2021… Aún cuando ya toca a su fin.
‘È stata la mano di Dio’ es, sencillamente, soberbia. Una magnífica recreación del universo italiano más personal de uno de los creadores más interesantes de su país, y de toda Europa.
Deja algunas imágenes, surrealistas y de verdadera ensoñación, para la posteridad de la cinematografía en una sucesión de metáforas, como las que retratan a la tía Patrizia (Luisa Ranieri), su objeto de deseo y persona, de nuevo, de salvación para él.
Tortuosa y divertida a la vez, conmovedora y cruda, te remueve los adentros al tiempo que te deja las tripas con hambre de más. Más arte y más realidad ‘sorrentina’. Imperdible.