Sonita Alizadeh, la voz femenina del rap afgano
Cantó cómo se sentía cuando su madre pretendió llevarla de vuelta a Afganistán para casarla con un señor, a cambio de 8.000 euros
Afganistán… ¿Adónde mira el mundo? La primera vez que hablamos de Sonita Alizadeh, la joven rapera afgana que creció en Herât (Afganistán), allá por febrero de 2017, nos hacíamos un pregunta, sin duda, profunda…
Nos interrogábamos, con dolor, sobre qué fallaba en nuestra sociedad canaria para que la precariedad económica empujara a una menor a la prostitución. Y sin embargo, en la sociedad afgana, la absoluta miseria condujera a la rebeldía de la música.
La vida es tan paradójica que, poco más de cuatro años más tarde, la causa judicial de esa red de prostitución de menores tuteladas por el gobierno sigue abierta.
Pero Sonita Alizadeh, que saltó a la fama gracias al canal de youtube en el que denunció con su rap los matrimonios con niñas en Afganistán, previo precio, salió adelante.
Su talento natural y su pasión por el ‘rap’, que descubrió en Irán al huir con su familia, la llevaron a componer y grabar ‘Brides for sale’ (‘Novias en venta’), con sólo 15 años.
Cantó cómo se sentía cuando su madre pretendió llevarla de vuelta a Afganistán para casarla con un señor, a cambio de 8.000 euros. Y ganó con ello un concurso.
Cuatro años más tarde (y una pandemia mundial), Sonita Alizadeh estudia Derecho en los Estados Unidos con la idea de un día, algún día, poder defender los derechos de las mujeres y las niñas afganas.
Y, en abril del presente 2021, ha sido la ganadora del ‘Liberté’. El Premio libertad 2021, votado ‘on line’ por jóvenes de 86 países diferentes, está dirigido a aquellos entre 15 y 25 años que de alguna manera luchan por la libertad.
Sonita, que nació en Afganistán durante el régimen de los temidos talibanes, ha sido testigo directo. Ha estado ambos lados del horror. Ella tuvo suerte. Ahora, de nuevo, el abismo se abre bajo los pies de las mujeres y las niñas afganas.
Si no te has cruzado nunca con un burka, no eres consciente de hasta qué punto puede invisibilizarse a una mujer, de lo que significa que el testimonio de una mujer valga la mitad que el de un hombre, según la ‘sharía’.
(Por cada testigo masculino se exige el de dos mujeres durante un proceso).
Pero el peligro real para todas ellas es ahora más que inminente. Todas aquellas afganas que vienen desempeñando cualquier tarea profesional prohibida por los talibanes (esto es, básicamente, todas las que no se ajusten al papel de madres).
Todas las que hayan asistido a escuelas o universidades, las que hayan representado políticamente a la sociedad en el parlamento afgano. Las que conduzcan o muestren su rostro como periodistas o locutoras…
Y por supuesto, todas aquellas que han estado al servicio de instituciones extranjeras, aunque sean humanitarias, que los talibanes consideran enemigos.
En fin, todas las que tengan voz y quizá un día puedan cantar un rap, está sentenciadas.