Senegal con el gas y Las Palmas redimida a la pelea del Sáhara
La capital grancanaria sufre un hechizo estructural de años porque solo así se explica cómo Senegal abre una puerta al futuro y Las Palmas, en cambio, se entrega a las bajas pasiones del pasado
La vida es movimiento y la economía trata de abrirse paso a una velocidad de vértigo ahora que la guerra de Ucrania neutraliza a Europa.
Sin embargo, los hechos son tozudos y demuestran que la realidad institucional y política de plazas como Las Palmas, están abocadas a un serio retraso en el don de la oportunidad.
Por ejemplo, los acuerdos empresariales y energéticos de Senegal con BP y el Estado alemán para convertirse en exportador neto de gas natural licuado a Europa a partir de 2024, coloca al país africano (un socio tradicional de las Islas en el comercio de maleta y en la cooperación internacional) en la parrilla de salida de una inversión global que sacaría al Gobierno de Dakar de la miseria antes de 2030.
La invasión rusa es de tal calado y duración, que las petroleras y el propio canciller Olaf Scholz han viajado en persona a Senegal para aprobar la extracción de gas de los fondos marinos.
África podría generar, en 2030, la mitad de todo el gas ruso en 2021, un techo que, de materializarse, diversificaría la dependencia energética europea.
Pero esta realidad económica, empresarial y financiera no la huele Las Palmas ni en sueños.
La capital grancanaria sufre un hechizo estructural de años porque solo así se explica cómo Senegal abre una puerta al futuro y Las Palmas, en cambio, se entrega a las bajas pasiones del pasado, redimida a un conflicto territorial llamado Sáhara Occidental que no aporta ni un solo euro de valor añadido a la economía isleña.
El banco banco pesquero y los fosfatos operan en manos marroquíes y la política energética de Argelia (el país que respalda al Polisario) tiene a Canarias fuera del radar.
A cambio, Las Palmas va camino de ser la desdicha de la política internacional con la celebración, a la vez, a final de septiembre, de dos actos enconados a favor del Sáhara. Uno, promovido por Marruecos a través de una ong denominada Sáhara por la Paz; y otro, que corresponde al Polisario y al Cabildo de Gran Canaria, partidario de la independencia de la que fuera provincia española hasta 1975.
¿Se imaginan a Scholz, a Kosmos Energy o a BP evaluando una inversión millonaria en Gran Canaria para servir de soporte a las extracción de gas en aguas de Senegal y Mauritania cuando tienen como telón de fondo la pelea del Sáhara en una economía insular basada en el turismo y el puerto?