Seguridad y Defensa una prioridad de Estado
Con el atentado de Manchester volvemos a quedar desnudos ante un enemigo que vive entre nosotros como un caballo de Troya
La seguridad y defensa de la ciudadanía es la razón principal del Estado de Derecho. Si decae ese pilar, la sociedad corre riesgos de sumirse en el caos. Es un principio natural que regula el resto de las necesidades básicas como la alimentación y la energía.
Con el atentado de Manchester, en cambio, volvemos a quedar desnudos ante un enemigo que vive entre nosotros como un caballo de Troya.
Los intereses partidistas de la política sobran en este metraje del pánico al que nos llevan desde 2001 los atentados terroristas de Nueva York, los de 2004 en Madrid, los de 2005 en Londres…
¿Hay solución? No, ni a corto ni a medio plazo. Occidente necesita primero revisar errores de décadas en la geoestrategia de Oriente Próximo o del Golfo de Guinea, de donde abastecemos el Estado de Bienestar.
Por ejemplo, la Armada española lleva años custodiando los buques petroleros que zarpan de Nigeria, Angola, Camerún o Guinea Ecuatorial, suministradores del 25% del crudo que consumimos en Europa.
Es un actividad, la de Armada, merecedora del reconocimiento social sin que demos pie a debates ideológicos de izquierda o derecha. Con la seguridad ocurre como con el pan. No se juega.
Es el signo de los tiempos. La Ciberguerra y el terrorismo yihadista se funden para hacernos la vida más difícil y ahí no queda otro remedio, a los partidos e instituciones, que respaldar el incremento del presupuesto en Defensa.
España destinará en 2017 el 0,9% del PIB (unos 10.000 millones de euros). El compromiso de la ministra, Dolores de Cospedal, pasa por llegar al 2% en siete años (14.000 millones).
Es el techo que impone la OTAN a instancias de Donald Trump. La Administración norteamericana llegará al 4% en 2018 mientras que la media europea se sitúa en el 1,28%. La diferencia es notoria y obliga a la UE a acelerar su proceso de transformación para proteger mejor a sus ciudadanos.