Sardaña, periodismo con mayúscula
Sardaña es sinónimo de periodismo con mayúscula.
Dueño de un gran olfato para reconstruir hechos en noticias, abrigaba un método inigualable para crear redacciones, dotarlas de herramientas con sentido crítico y, sobre todo, para transmitir un código de valores sociales como he conocido en pocas ocasiones.
En un pequeño cuarto de 30 metros, 7 máquinas emitían a toda velocidad teletipos de Efe y Colpisa, pero fue Sardaña el que dio la voz de alarma sobre la intervención de Rumasa el 23 de febrero de 1983, dos años después del golpe de Estado.
El hólding de Ruiz Mateos se tambaleaba con casi 70.000 empleados a su espalda en una de las operaciones políticas más delicadas del nuevo gobierno socialista (ganador el 28 de octubre de 1982), de Felipe González, Miguel Boyer y Carlos Solchaga.
Juan Francisco Sardaña salió de su despacho remangándose la camisa blanca con corbata de tenue lila, para dirigirse al cuarto de teletipos y advertir de que se le pasara toda la información que pusiera urgente. El resto del papel se endosaba a Nacional, en la que trabajaban Jorge Batista, Isabel de Miguel, Patricia Alvarado y Olivia Puga.
Sardaña era pura energía. Reunió a Pepe Alemán y a Carlos Bellver (redactores jefes) y a los diseñadores Pedro Pérez Cuadrado, Fernando Pachón y Luis Herrero, para unificar así el esfuerzo de toda la redacción, excepto deportes y sucesos.
La joven plantilla volvía a entrenarse en un episodio de relevancia, como la victoria reciente del PSOE en las generales de octubre, el mes de arranque de Canarias7.
Aquellas horas de nacionalización de Rumasa, mostraron cómo hilvanar redacción y talleres en un abrir y cerrar de ojos sin compartimentos estancos. Tomas Padilla (q.e.p.d.) también escuchó a Sardaña y paró toda la producción de las primeras horas de la tarde. Los titulares se imponían. El planillo central se rehacía y los originales comenzaban de cero.
Local, Sociedad y Región clavaban sus cuellos en las teclas de las máquinas Olympia y los ceniceros nublaban hasta las pestañas.
Vicente Llorca, Teresa Rodríguez, Cristóbal Peñate, Carlos Sosa, Manolo Betancort, Francisco González Concepción, Manuel Vidal, Teresa Cárdenes, Agustín Romero…, contagiaron hasta la sección deportiva, con Rafael G. Morera, Antonio Sánchez, Pepe Rivero (q.e.p.d.), Pepe Juan Pérez y José Miguel Santana.
Diseño elevaba la voz para acelerar la coordinación del grueso de los periodistas con Nacional hasta que, de nuevo Sardaña, pedía templanza para afinar la maquinaria que, como director, logró engrasar en un tiempo récord. Fotografía, con Paco Salinas, José Miguel Ruiz y Fernando Ojeda, dio fe de aquel ir y venir de teletipos, telefotos, borradores, maquetas, negativos… Un hervidero.
Esa capacidad de reacción para deconstruir la nada en algo tangible y perpetuo como un titular de periódico es, posiblemente, el mejor legado de un comunicador que marca una época en el saber hacer del oficio, y que será recordado como referente de la profesión.
Descanse en paz Juan Francisco Sardaña, 1941-2021.