Sáhara, prueba del Nuevo Desorden Mundial
Sáhara Occidental es la prueba de que un Nuevo Desorden Mundial se abre paso tras la guerra de Ucrania.
La carta de Pedro Sánchez al rey marroquí planteando una declaración de principios sobre la futura soberanía territorial del Sáhara Occidental, demuestra que el mundo está dispuesto a repartir el poder en varias manos, y en ese eje multipolar, España y Marruecos están obligados a reabrir un proceso de diálogo acelerado que deje a un lado conflictos de décadas.
Conviene recordar que en la última asamblea general de Naciones Unidas, Marruecos omitió su voto (simplemente se ausentó), mientras que Argelia (la otra potencia magrebí) se abstuvo. España, como miembro de la OTAN y de la UE, respaldó a Ucrania.
Estados Unidos ha mantenido la adscripción del Sáhara al régimen marroquí gracias a la cooperación con Israel, un país que ya cuenta con relaciones políticas y comerciales con Emiratos Árabes.
A su vez, desde 2016, Marruecos disfruta de un acuerdo de asociación con Rusia similar al rango de la UE, una condición que le da margen para negociar en varias direcciones.
La carta de Sánchez se emitió en tiempo junto a la cumbre de la OTAN, un detalle que da pie a pensar en la alargada mano americana.
Además, España muestra que, desde el punto jurídico, es la administradora del Sáhara, ya que jamás entregó la provincia 53 (la abandonó pero no la cedió) a Marruecos, de ahí que mencionar la posibilidad de una autonomía supone un hito de incalculables consecuencias.
España y Marruecos colaboran en la lucha contra el terrorismo y el crimen organizado, dos pesadillas que se viven a un lado y otro del Estrecho de Gibraltar, un paso marítimo que podría cerrar el Mediterráneo al tráfico mundial si el conflicto ucraniano fuera a más.
Los dos países son socios en materia energética con el gasoducto que alimenta parte del sistema español, pero que ahora permanece cerrado por Argelia, el tercer actor en solfa (mentor del Polisario) en medio de una escenificación que explica, sin género de duda, que el mundo ha cambiado y que los equilibrios diseñados tras la Segunda Guerra Mundial han sido derogados.
En medio el caso judicial de Brahim Gali en España es casi una anécdota en clave geopolítica, pero servirá para que se alivie la presión sobre Moncloa a cuenta de la entrada del presidente de la Rasd para recibir tratamiento en España en 2021.
Posiblemente, también se aclarará la incidencia migratoria sobre España (especialmente en Canarias) y Marruecos (por fin) ocupará de nuevo la silla vacía de la embajada en Madrid.