Romina Ashrafi decapitada en Irán por ser mujer
Irán no es un país fácil para nacer y crecer como mujer. Obligadas a llevar hiyab desde los 7 años, llevan como pueden la revolución silenciosa. Pero puede ser un buen país para hacer política. ¿Lo sabe Pablo Iglesias cuando no llama a ningún diputado "señor marqués"?
Romina Ashrafi, o bien, #Romina Ashrafi, el ‘hastag’ más repetido en Twitter por las mujeres de Irán, y de todo el mundo, esta última semana de mayo de 2020. Tenía 13 años, un sueño (quizá más), y toda la vida por delante para vivirlos.
Pero Irán no es un país fácil para nacer mujer, ya lo sabemos. Tu propio padre o hermanos pueden matarte si consideran mancillado el honor de la familia. No importa de qué manera. Se considerará un ‘crimen de honor’ en vez de un asesinato.
Es un mal país para nacer niña. Para crecer mujer y lograr vivir como tal, no como hija, esposa o madre. Es lo que hay. Obligadas a llevar ‘hiyab’ desde los 7 años, llevan a cabo como pueden su ‘revolución silenciosa’.
Pero parece que es un buen país para hacer política, al menos para algunos. Aquellos que saben mirar para otro lado, claro. Aunque incurran en contradicciones manifiestamente inaceptables.
Parece que se puede ser activista por la mujer en España y, sin embargo, permitir que un ‘hiyab’ te tape la boca cuando tocaría apoyar a las mujeres en Irán.
Vale, nos queda claro. Ya sabemos que no les importa trabajar en un canal televisivo donde a las mujeres se les impone velo. Pero al parecer tampoco les importa trabajar para un país donde el 20% de las víctimas de asesinato lo son por ‘crímenes de honor’.
En su mayoría, mujeres, claro.
Parece que es más importante ‘eliminar’ los ‘pitiditos’ de censura cuando pronuncian ‘tacos‘, que pensar en modo ‘ley de igualdad’ cuando trabajan para la televisión de un país como Irán.
Un Estado en el que las penas por estos ‘crímenes de honor’ van de 3 a 10 años de cárcel o el pago de ‘dinero de sangre’, puesto que las leyes de Irán reducen los castigos para los familiares condenados en estos supuestos.
Después de todo, velaban por el ‘honor’ del grupo familiar… ¿Lo sabe Pablo Iglesias? Dígaselo a Romina Ashrafi, si puede, claro. Perdón, lo olvidaba fue decapitada con una hoz por su padre mientras dormía, a la temprana edad de 13 años.
Pero no importa. Pablo Iglesias sólo hacía política en la televisión iraní. Pero no era que habíamos quedado en que el éxito de la lucha contra la violencia de género y las políticas de igualdad, pasaban por sacar el problema del dormitorio y convertirlo en una cuestión de Estado…
¡Ah, es verdad! Perdón, de nuevo, que Iglesias decía entonces que no iban a “ser los únicos imbéciles que no hagan política cuando los demás hacen política”.
Pero para que nos quede a todos un poco más claro… Cuando la población española salió en masa el 8M a manifestarse en apoyo de la igualdad de la mujer y contra la violencia de género…
Y pese a las recomendaciones que llegaban incluso de la Unión Europea, desaconsejando las aglomeraciones por riesgo de contagio ante algo que aún llamábamos el Covid de Wuhan.
(Por cierto, cuyo régimen pseudo democrático, baste mirar a Hong Kong, lograr cambiar de nombre con más que aportaciones a la OMS).
Insistiendo, pues. Cuando la población española salió en masa el pasado 8M a manifestarse, recién firmada la Ley de Igualdad en este país… ¿Estaba haciendo política ciudadana o solamente ‘el imbécil’?
Porque, llegados a este punto, donde lo que es válido para las niñas y mujeres de España, sin embargo, no lo es para las de Irán… A las mujeres, al menos, no nos vale eso de “Así es la política”.
Porque eso es casi como disparatadamente asentir que, si España en su día expulsó a los sefardíes (vergonzosamente), por qué vamos a reprocharle a Hitler el execrable crimen del genocidio judío durante la Segunda Guerra Mundial.
Pues ya que Iglesias está dispuesto a “cabalgar contradicciones”, según sus propias palabras, que explique por favor cómo consolamos a toda una sociedad femenina iraní que llora la muerte de una niña a manos de su propio padre, mientras dormía.
Inocentemente, dormía. Y soñaba seguramente, en ese mismo momento, con el hombre del que se había enamorado. Cabalgue, si se puede, sobre el nombre de Romina Ashrafi mientras nosotras, las mujeres, la lloramos.
La lloramos al tiempo que millones de mujeres iraníes, mientras Iglesias lo que celebra es tener el “absoluto control” de un programa televisivo en un país en el que las mujeres siguen quitándose el pañuelo una vez por semana, como lucha. Y bailan, sí.
Bailan a escondidas, unas. Y otras, las más valientes, en la vía pública para luego subir el vídeo a las redes sociales como lucha. Las mujeres iraníes entienden la política de otra manera, como pueden.
Octavio Paz dijo: “Merece lo que sueñas”. Y no a la inversa. Está claro que el exceso de vanidad política de Pablo Iglesias prima sobre las verdaderas necesidades de toda una sociedad.
Sean las mujeres y niñas víctimas de un Irán machista ayer, sean los ciudadanos españoles el 8M en medio de un pico de contagio en Europa. Curiosamente, contra el machismo. Será lo que tiene ‘cabalgar las contradicciones’… Menos mal que no todo el mundo monta.
Y se lo dicen las mujeres, de izquierdas o de derechas, pero mujeres. Porque no se le ha escuchado nombrar a Romina Ashrafi, u otra mujer iraní, como tampoco se le ha escuchado llamar ‘Señor Marqués’ a ningún diputado en sede parlamentaria, aunque lo fuera. ‘Cayetanamente’.