Río, la balada ‘mais linda’ del mundo
#AguardoElDía, episodio 12. La autora confiesa que conoce tan bien la capital carioca que todavía se pregunta si las chicas brasileiras que acompasan sus caderas a los pies, votaron en las elecciones. Sólo sabe que siempre van contentas
#AguardoElDía con el convencimiento de que, de verdad, lo mejor está por llegar. Para todos. Pero convencida también, desde mi ventana verde, de que cada momento pasado nos ha regalado lo mejor.
De cada día, de cada viaje, de cada paseo o de cada conversación. La mejor de las sonrisas y la más jugosa de las manzanas, el más tierno de los corazones y, en definitiva, el mejor beso.
Asomada al aire de la tarde, escucho las risas de cuatro muchachas al pasar que, si no son cariocas, son ‘brasileiras’… Con certeza. Y desconozco si ya votaron o no, pero van contentas.
Una de ellas acompasa sus caderas a los pies, que están bailando unos pasos de ‘samba’ a modo de celebración de algo que acontece en ese mismo instante.
Sin yo saber el qué, le devuelvo la sonrisa cuando me ve alongarme y sacar la cabeza por el hueco de la ventana. Mi imaginación se engancha del brazo de mi memoria y viaja de nuevo.

Rio de Janeiro mira desde cualquier punto al Cristo del Corcovado, eje de la vida carioca. En la foto, la autora (Foto Espiral21).
Hasta la tierra de sus raíces, las de estas muchachas risueñas, y la de ese país que vota para hacerse oír como una promesa eterna, para hacer sonar las voces de quienes nadie escucha. No existen en el imaginario de una postal de viaje.
Y el camino es el del color, sin duda, porque la diversidad y riqueza de Brasil son tales, que te faltan los calificativos para cantar las maravillas de sus gentes.
Entregadas a la pasión por todo en la vida, intensamente y sin medida, para lo bueno y para lo malo también. Sus llantos son tan sonoros como sus risas y así, te roban el corazón.
Te traes los bolsillos de vuelta llenos de sonrisas y de nostalgia, de toda la que cabe en ese pequeño continente que es, en realidad, Brasil.
La muchacha que me devolvió la sonrisa me entregó de nuevo el alma de Río de Janeiro, que amanece coloreada cada día y no de un solo tono, sino de tantos como vidas se cruzan en un instante de las inmensas fronteras de este gran país.

El color está presente en la cotidianeidad de Río de Janeiro. Son famosas las ‘Escaleras de Selaron’, que unen Lapa con Santa Teresa.
Pero su orilla ‘mais linda’ la marca Río (‘Jío’, como dicen los cariocas, con la jota muy suave hasta envolverte, casi aspirada, tal y como la pronuncian ellos).
Y en un punto de esa larga orilla, ves el alma de Río de Janeiro (y de todo Brasil)… Está tras la mirada de esas sonrisas que te reciben curiosas, en los ojos de las muchachas y muchachos más jóvenes.
Y está también en su abrazo, uno inmenso que preside el ‘Cerro del Corcovado’ y te abre los brazos… O Cristo Redentor, la escultura ‘Art Decó’ más famosa del planeta y una de las Siete Maravillas del Mundo Moderno desde el año 2007.
Su imagen recibiéndote desde lo alto de la ciudad sobrecoge siempre, creyente o no, aguardando que la balanza por fin se incline hacia el lado más justo.
Entretanto, también a mí se me fueron los pies ‘en samba’ tras las risas de las muchachas. Creo que también ellas, las ‘garotinhas’ que pasan por delante de mi ventana, aguardan lo mejor.
Episodio 1. Maracuyá con yogur de Florencia al Antico Caffé de Vegueta.
Episodio 2. Trentemoult, a sólo 10 minutos de Julio Verne.
Episodio 3. Bayona y la playa de ‘La Barra’cambian la rotación de la tierra.
Episodio 4. Biarritz me regaló la espuma del mar.
Episodio 5. Lyon te zambulle en una piscina de bolas.
Episodio 6. Asakusa, donde curas el presente y aceptas el pasado.
Episodio 7. Sumo japonés, la lucha de colosos que todo lo purifica.
Episodio 8. Kyoto, la ciudad que jamás olvidarás.
Episodio 9. ¿Quién se atreve con las mil puertas ‘torii’ de color naranja de Kyoto?
Episodio 10. Isabel II y Paddington, lo que asoma a los ojos de la gente.
Episodio 11. ‘Shaná Tová’, granadas, manzana, miel y ‘shofar’ en el año nuevo judío.