¿Quién asiste a las prostitutas en el sector público?
Las 200 prostitutas arrojadas a la calle sin llavín, en Las Palmas GC, merecen una asistencia urgente al tratarse de un colectivo de vulnerabilidad económica, física, emocional y sicológica.
Pocos grupos sociales se equiparan al maltrato y explotación que sufre la prostitución desde tiempo inmemorial, de manera que la ausencia de servicios públicos sobre estas 200 mujeres que vagan por las calles de Las Palmas no tiene nombre.
El Ayuntamiento, por un lado, con Augusto Hidalgo (PSOE) y Javier Doreste (Podemos), y la Consejería de Derechos Sociales que dirige Noemí Santana (Podemos), por otro, no aciertan a la hora de apuntar la responsabilidad de ambas instituciones.
El Ayuntamiento acaba de cerrar el comedor del Gánigo en la zona de Santa Catalina, dejando el mochuelo de los sin techo a las monjas de la Caridad del Colegio del Carmen. Y la apertura del polideportivo de García Sanromán (ojito porque será el primer gran comedor social de la crisis económica y sanitaria) va con más lentitud que entusiasmo.
En la Consejería de Derechos Sociales del Gobierno tampoco están para fiestas al reconocer que siguen muy atrasados en el pago de la Prestación Canaria de Inserción, donde hay computadas más personas que no la perciben (12.000) que prestatarios (10.000).
Noemí Santana, además, no ha podido imponerse al consejero de Hacienda, Román Rodríguez, que le negó la transferencia de 40 millones de euros para dar cobertura a la paga de emergencia, amparándose en la sequía que sufren las cuentas autonómicas.
Al final, Santana dedica 16 millones a esta prestación única, de los que 10 millones provienen de Madrid y 6 millones más corresponden a recursos propios de la Consejería de Derechos Sociales, y no de Presidencia del Gobierno como informó inicialmente por error este periódico.
Tanto alambique financiero nubla las prioridades de la administración frente a colectivos vulnerables que han salido de la noche a la mañana por la pandemia, como enfermos, mayores, discapacitados y prostitutas.
Los programas de Cáritas han duplicado su asistencia en casi 3.000 familias más en Canarias (atienden ahora mismo a 10.000) y los comedores no dan abasto.
En realidad, lo peor está por venir, como auguran los gurús económicos pero el riesgo está en los miles que puedan quedarse en el camino y que no forman parte de la estadística del Covid-19.