Primo Levy, 100 años vivo
Primo Levy narra de manera descarnada y sin artificios todo el horror de los campos de concentración nazis. Sin juicios ni ajusticiamientos, de manera seca y directa. Tal cual es la muerte misma.
Primo Levy. Acaso sean necesarios los aniversarios y las efemérides. Acaso. Sí, siempre para el ser humano, condenado a repetir la historia.
Acaso por ello convenga insistir fuera de fecha, por tanto. Primo Levy hubiera cumplido 100 años hace una semana. ¿Y…? La necesidad de la memoria no tiene fechas porque a la barbarie ya le sobra bastante olvido.
“Volver a los 17 después de vivir un siglo,
Es como descifrar signos sin ser sabio competente,
Volver a ser de repente tan frágil como un segundo.
Volver a sentir profundo como un niño frente a Dios.
Eso es lo que siento yo en este instante fecundo”. (…)
Así cantaba Violeta Parra en el 62, 15 años después, como reivindicación del sentimiento por encima de la razón. Y es verdad que “sólo el amor con su ciencia, nos vuelve tan inocentes”… Crédulos, se diría. Mansos.
Primo Levy 174517// (1919-1987), un nombre, un número y una fecha. Mucho más que un nombre, un número y una fecha. El último día de julio, hizo 100 años que nació el judío italiano más conocido.
El judío italiano más conocido que sobrevivió a los nazis… Primo Levy regresó del horror. De la tumba de la muerte de tantos, que también tenían un nombre, un número y una fecha.
Sólo tres regresaron. Aquel día 650 personas partieron de Fossoli a Auschwitz. Pero hubo más días. De ellos, de las víctimas, son las cifras.
De los verdugos, son los números. De los nazis. Los más terribles de la historia de la humanidad. Sus cifras son los relatos de los que vivieron para contarlo.
Primo Levy lo hizo. Fue lo primero que llevó a cabo. Testigo directo del Holocausto, escribió su primer libro nada más volver a Turín.
‘Se questo è un uomo’ fue la primera entrega. ‘Si esto es un hombre’ (1947), es el primer título de la trilogía más desoladora que se haya publicado sobre la ‘Shoah’ (hebreo), o el Holocausto.
(“Si esto es un hombre”, “La tregua” y “Los hundidos y los salvados”).
Pero no es lastimera ni plañidera, no. Es simplemente desgarradora. Existencialmente perturbadora como testimonio de todo cuanto allí aconteció entonces y se haya podido contar después.
Como él mismo afirmó: “Para escribir este libro he usado el lenguaje mesurado y sobrio del testigo, no el lamentoso lenguaje de la víctima… creo en la razón y en la discusión como supremos instrumentos de progreso y por ello antepongo la justicia al odio”.
Apreciación fundamental para la certeza y absoluta credibilidad de cada pasaje, tal cual. Sin género de duda. ‘Los hundidos y los salvados’ son, ‘i sommersi, i salvati’.
“Considerad si es un hombre…
Grabadlas en vuestros corazones,
repetídselas a vuestros hijos,
o que vuestra casa se derrumbe.
La enfermedad os imposibilite,
vuestros descendientes os vuelvan el rostro”.
No es un interrogante lo que plantea Primo Levy, es una proclama. Una invitación a la reflexión más profunda de hasta dónde se puede descender… Hasta perder la mera condición humana.
En los últimos tiempos se vienen repitiendo en Europa los brotes de antisemitismo sin que se le dé la relevancia que merece. Pensemos pues en la consideración que ello merece.
Agarrémonos con fuerza a los versos de Primo Levy, y no sólo en las fechas relevantes. Empapémonos pues de las canciones que sean necesarias, de todas ellas. Al menos, antes de que los descendientes nos vuelvan el rostro.
“Lo que ha podido el sentimiento, no lo ha podido el saber.
Sólo el amor con su ciencia, nos vuelve tan inocentes…
Se va enredando, enredando, como en el muro la hiedra.
Y va brotando, brotando, como el musguito en la piedra”.
(‘Volver a los 17’, de Violeta Parra)
Sólo así, con la fortaleza moral en una mano y el amor en la otra, se puede sobrevivir al horror cuando alguien tira una moneda al aire por tu destino.