“¡Pararse ahí!” De Sevilla a Vegueta en Semana Santa para curar el alma
#DesdeMiVentanaVerde, episodio 11. La autora regresa a la calle Pureza, en el corazón de Triana. Pero no la que llega hasta San Telmo a la orilla del mar, sino aquella otra que baña el Guadalquivir
#DesdeMiVentanaVerde, y será la brisa otra vez… Regreso a la calle Pureza, en el corazón de Triana. Pero no ésta que llega hasta San Telmo a la orilla del mar, sino aquella otra que baña el Guadalquivir.
Regreso a Sevilla. Porque sólo una ‘levantá’ puede curarme el alma en estos momentos de tanta memoria ante el olvido. Y guardé silencio mientras la Cuaresma misma ascendía calle arriba.
Porque la boca me supo a sangre cuando vi a Putin pasear por Mariúpol celebrando el primer aniversario de su matanza. Condujo él mismo su coche por la avenida principal, antes de la paz y ahora de Lenin, ante la nueva fachada del Teatro Regional Académico de Arte Dramático de Donetsk.
Situado en la martirizada ciudad de Mariúpol, lo bombardeó mientras era usado como refugio por su población civil un año atrás. Sólo bajo su cúpula, murieron 600 inocentes según el nuevo balance de ‘Asociated Press’ (sobre los 300 que se pensaron en un primer momento).
“Pararse ahí”, me viene a los labios, como mismo grita el cofrade a los costaleros que procesional bajo el trono. Y vuelvo a la calle Pureza para curarme el alma…
“Hasta el cielo”, grita también mi corazón, mientras el aroma y el humo del incienso parecen ayudarme frente al silencio guardado hasta esta ‘Madrugá’, que junta Semana Santa, Pesaj y Ramadán por arte y parte de la misma luna.
El Cristo de las Tres Caídas cruza ya el Puente de Triana, aunque todas las imágenes del día hayan sido para el Cristo de la Buena Muerte y las Ánimas, con sus legionarios marchando a 160 pasos por minuto en la vecina Málaga.
Pero ésa es otra Semana. La mía discurre en paralelo al Guadalquivir y retrocedo sobre mis pasos para asomarme al umbral de la Capilla de los Marineros, otra vez… Llega la hora de la Esperanza de Triana y el mundo parece pararse bajo su inmenso manto. Justo ahí.
La mirada, puesta en las lágrimas que pintan su rostro de tanto llanto. Acaso se acuerde ella de los caídos en el Este. Diría que sí, que ésta ‘levantá’ desde el suelo sólo ha de ser por ellos. Porque son muchos aún después de un año y el baile de este ‘trianeo’ cala muy hondo.

La autora, en una de las madrugadas sevillanas, se repone en la orilla trianera, con la Torre del Oro al fondo. (Foto E21).
Una ‘mijita’ de espacio para el que se fue (los que se fueron), y toda la esperanza de este mundo rumbo a la calle Sierpes, al otro lado del río. Olor a torrijas al pasar por ‘La Campana’, entre café y café.
Coronada por devoción popular, pone rumbo a la Plaza del Salvador con un suave balanceo y entre cirios que se niegan a apagarse. Aunque sople la brisa, ésa que me llevó de vuelta a Sevilla para curarme el alma. De verde.
Para seguir leyendo
Episodio 1. Gueto judío de Venecia, en el verde de la memoria.
Episodio 2. Sátira de la Crucifixión más allá de la plaza San Marcos.
Episodio 3. ‘Ponte Vecchio’, murmullo de voces y sueños.
Episodio 4. Plaza de San Pedro, inmaculada pero descarnada.
Episodio 5. Los olmos del Gianocolo de Roma se inclinaron aquel día.
Episodio 6. Bosque de Bolonia, raviolis preparados en pareja.
Episodio 7. Bruselas y las siete calles que conducen a la Gran Plaza.
Episodio 8. París, la alegría de vivir hecha de miga de pan.
Episodio 9. Turquía y Siria, gana quien sabe amar.
Episodio 10. 8M, nadie muere entre las flores, sino ante su ausencia.