¿Música de Macedonia o una torrija de la cafetería Madrid?
#DesdeMiVentanaVerde, episodio 12. La autora se despide casi de la gastronomía cuaresmal sin salir de Vegueta, abstraída por las notas de un acordeón macedonio acariciadas por un músico alto y delgado, de rostro bíblico y mirada serenamente ausente, llegado de una tierra lejana sin mar
#DesdeMiVentanaVerde me llegó el aroma de su dulzor y guió mis pasos hasta sus fogones… Después de todo, seguimos en Cuaresma aún otro día más.
Así que me senté en la cafetería del hotel Madrid y escuché la música de Macedonia que me brindaba él… Alto y delgado, pero de complexión atlética, lucía barba ortodoxa bajo el ala de su sombrero que, sin embargo, no estaba a la altura del contexto.
Se le notaba que, quizá algún día, estuvo de vacaciones y decidió romper con todo. Y por ello su ‘look’ tan peculiar, del todo disonante con su música y con los rasgos del rostro, más propio de un icono serbio que de un músico callejero en alpargatas de esparto.
Y de repente, como si deambulara por ‘La Malvarrosa’ para hallar el mejor sitio donde comerse un plato de la verdadera paella valenciana a cambio de una canción, a juzgar por cómo chancleaba dejando los talones al descubierto de sus esparteñas verde pistacho…
Este personaje, de rostro bíblico y mirada serenamente ausente, elige también Madrid. Pero en vez de sentarse, saca un viejo acordeón de su estuche y, sin mediar palabra alguna, comienza a tocar.

Skopie, capital de Macedonia del Norte, uno de los destinos más demandados por el nuevo turismo de Europa del Este.
Inevitablemente, la muchacha que nos trajo la tibia torrija bañada en caramelo quemado a la mesa, movió sus pies al compás y, dando medio giro al cuerpo con la bandeja en jarra sobre su cadera derecha, le dedicó una sonrisa y bailó.
Sus pasos guiados por la música de “Allí donde siempre hay sol”, quisieron ser los míos también (si no fuera porque, en ese momento, ya había probado el primer bocado del tentador postre cuaresmal).
Ambas, sin proponérnoslo siquiera, acabamos en ese pequeño país del corazón de los Balcanes. “Allí donde siempre hay sol, allí está Macedonia”, dice una canción tradicional del folclore de la Antigua República Yugoslava de Macedonia.
Y aunque ya era de noche en este Sábado de Gloria, porque la tarde ya había caído más allá de la hora de la merienda y las farolas acababan de encenderse, el sol pareció brillar de nuevo.
A raudales se coló por la puerta del emblemático Hotel Madrid, llegando sus acordes casi hasta el caramelo aún por fundir sobre las nuevas torrijas aún por pedir, antes del fin de la semana Santa.

Hotel Madrid con las pintorescas sombrillas blancas y los toldos rojos, junto a la Alameda de Colón, de la cafetería (Foto E21).
Claro está que ninguna de las dos entendimos la letra de aquella canción en macedonio, que sólo hablan dos millones de personas en el planeta y que, aunque comparta alfabeto cirílico con tantas promesas del Este, sus similitudes son con el búlgaro y el serbio.
Pero nos llegó al alma (eslava o no). Y sin salir de Vegueta, ambas volamos de este Madrid en una terraza a Skopie o Skopje, la balcánica capital macedonia, tan eslava como turca. Y hasta pareció que nos perdimos por el histórico Čaršija (su antiguo bazar otomano)…
Enredadas como estábamos en los pasajes de otro tiempo, mientras los dedos de aquel músico venido de lejos, de una tierra sin mar, seguían acariciando las teclas de su ‘harmonika’. Así lo llaman allá. Sin duda, para bailar.
Para seguir leyendo:
Episodio 1. Gueto judío de Venecia, en el verde de la memoria.
Episodio 2. Sátira de la Crucifixión más allá de la plaza San Marcos.
Episodio 3. ‘Ponte Vecchio’, murmullo de voces y sueños.
Episodio 4. Plaza de San Pedro, inmaculada pero descarnada.
Episodio 5. Los olmos del Gianocolo de Roma se inclinaron aquel día.
Episodio 6. Bosque de Bolonia, raviolis preparados en pareja.
Episodio 7. Bruselas y las siete calles que conducen a la Gran Plaza.
Episodio 8. París, la alegría de vivir hecha de miga de pan.
Episodio 9. Turquía y Siria, gana quien sabe amar.
Episodio 10. 8M, nadie muere entre las flores, sino ante su ausencia.
Episodio 11. “¡Pararse ahí!” De Sevilla a Vegueta en Semana Santa para curar el alma.