Milagro de Ucrania en Turín
#UnaMañanaDeSol, episodio 2. Y los girasoles de Ucrania giraron todos buscando el sol en Turín, como semillas de paz para el futuro. Sólo entonces, el horizonte cambió.
#UnaMañanaDeSol y le susurró al oído…“¿Nunca más regresó, de la nada, aquel alba?”. Aún no había amanecido. “Vendrá la muerte y tendrá tus ojos”(…)“Descendemos al abismo mudos”, escribió Pavese, quien nada sabía de Eurovisión pero conocía el valor de una canción: la palabra.
“Las tinieblas estaban sobre la faz del abismo” (Génesis 1:2), y no es nuevo. Un ‘espresso al tiramisú’ en San Tomaso 10. De ‘Lavazza’, claro. Y el sol, sobre esas tinieblas que amenazaban con cernirse sobre toda Europa, brilló con fuerza.
Una mañana de domingo y resultó que aún había esperanza para Europa, donde la gente hacía lo que debía, lo que era legítimo. Y el pueblo, prestando oído a ese latido, votó por la paz. Se solidarizó con una causa justa, dejando a un lado la banalidad.
Resultó que, en verdad, era una mañana de sol. Para todos, aunque centremos ahora la mirada en el corazón de Turín. Y las sonrisas volvieron a los rostros de cuantos son hijos, de cuantos tienen madre. Todos la tuvieron alguna vez.
‘Stefania’, un homenaje a las madres del grupo ucraniano ‘Kalush’ puso nombre a la noche que precedió al día, al milagro de Turín, donde Europa miró a Europa a la cara…
Y de repente, fue “Como ver en el espejo resurgir un rostro muerto, como escuchar unos labios cerrados” (De nuevo Pavese, en el mismo poema). Cierto, pareció que este alba regresó de la nada, y su color era azul y amarillo.
Como un sol común sobre el cielo infinito, y los dos colores de una bandera que se ha vuelto de libertad para todos, retratada sobre un lienzo que en Turín se antoja como algo inmortal. Acaso una sábana de lino.
Y allí mismo, donde tantos acuden a ver la ‘Sacra Sindone’, la Sabana Santa, con el rostro del mayor libertador de todos los tiempos tras el cristal de un arcón en la ‘Cappella della Sindone’… Allí, en la Catedral de san Juan Bautista de Turín, el corazón de toda Europa se tiñó de azul y amarillo.
Un sudario para hablar de vida, siempre, en vez de muerte. Adelantándose incluso al naranja de la luna en esta madrugada de eclipse, Europa eligió. De la nada, la vida. Y de la muerte, ni siquiera la mirada. Como canción, la nana que un hijo le pide a su madre para todo un país.
Muy cerca de la ‘Santa faz de Jesús’, una parada en el 10 de Piazza Castello, ‘Caffè Mulassano’, donde el botón rojo del reloj de su barra hará que la aguja decida quién paga el café. Pero para la luna, un poema. Y para el sol, toda la eternidad. Slava Ucraini.