Marrakech acuna su gran plaza entre pescadores de sueños
#ConBrilloEnLaMirada, episodio 3. La autora presenta uno de los espacios de ocios más famosos del mundo: ‘Djemma El-Fná’, donde al caer la luz del día se convierte en una gran criatura que respira y marcha sola
#ConBrilloEnLaMirada cuando hay un rumor en el aire que guía tus pasos, que te lleva a reclamar como tuyo ese lugar que tan sólo lo fue por un instante. Pero que se hace eterno.
Y en el comienzo de aquella bonita amistad… De una película a un lugar que lo parece. Una ‘plaza de película’, sin cruzar más fronteras que las de la imaginación.
Porque allí donde nada se lleva el viento y nadie conoce el fin de las maravillas, todo sucede y resplandece como el firmamento. Allí donde muchos van de aquí para allá, mientras otros enseñan a la multitud.
Allí donde hasta la eternidad parece terrenal, porque son las voces de sus enseñanzas y las sonrisas de sus miradas las que te conducen hasta el mismo centro de su corazón… Y te atrapan.
El tiempo se detiene entonces. Con ese brillo en la mirada cuando ese rumor del aire te trae tantas historias, que no conocen fecha ni destino, pero que a todos se hace entendible.
Son contadores de historias y pescadores de sueños los que llenan de vida la plaza de Djemma El-Fná en Marrakech. Sus miradas llevan dentro la luz de todas las puestas de sol que tú aún no has visto, pues sus colores dibujan otro astro.

Contadores de historias, pescadores de sueños, como los encantadores de serpientes. (Foto Promoción de Marruecos).
Allí donde el sol es distinto, ensenada vibrante de una Medina que no descansa, ‘Djemma El-Fná’ se puebla lo mismo de encantadores de serpientes que de tiradores de caracoles, creo (Qué sé yo lo que era aquello que frotaba entre las manos…).
Los puestos de dentaduras postizas se ubican igual junto a los carros de naranjas invitándote a un zumo, que al lado de una amplia colección de gafas ya graduadas, por si alguna te viniera bien (Y sin mediación de nadie más que el dueño de tal puestillo).
Todo cuanto circunda el lugar de esta amplia explanada es casi circense, aunque los vistosos ‘Aguadores‘ sólo piensen en los ‘dirhams’ que habrás de darles por una foto con ellos.
(El agua… ¡Ni se te ocurra bebértela, en absoluto!)
Los aromas del cuero y el de las frutas se mezclan con naturalidad mientras, justo al lado, el personaje del mono amaestrado te acosa casi más que el propio simio, que te observa de un modo sospechoso.

Turista sobre la plaza de Djemma El-Fná’, Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, desde uno de los cafés con vistas.
Pareciera que en cualquier momento fueran a rodar una película. Quizá alguien la rueda sin tú saberlo pero, en realidad, es así. Tal cual la ves, y a cualquier hora, pues la noche la enciende aún más.
Al caer la luz del día, ‘Djemma El-Fná’ se convierte en una gran criatura que respira y marcha sola. Colocan largas mesas con bancos a ambos lados, y los puestos de comida se multiplican aritméticamente respecto de los visitantes que vienen y van.
De pronto, el paseo es como un ‘desfile de varietés‘ de “Las Mil y Una noches”, en el que dejarse llevar por los sentidos en medio de tal ambiente es, sencillamente, dar pie a un nuevo cuento… Bienaventurado el que espere y llegue hasta el fin.
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