María C, sueños para una madre
"Y descubro con tristeza que muchas personas se van sin cumplir sus sueños. Parten, precisamente, para terminar de cumplirlos. Estoy segura"
Suena ‘Dreams’. Sueños, los suyos… La voz de Dolores O’Riordan, con ‘The Cranberries’, enmudece mis lágrimas. Otra Dolores, aunque todos la conocieran por María (salvo su padre, Antonio Castro, que la llamaba “María Dolores”).
Y descubro con tristeza que muchas personas se van sin cumplir sus sueños. Parten, precisamente, para terminar de cumplirlos. Estoy segura “¿Quién serás esta noche en el oscuro sueño, del otro lado de su muro?”, se interrogaba Borges.
Serás quien eras. Aquella que siempre quisiste ser, y no otra. La que fuiste, la mujer del poeta, cuyos versos echabas de menos en tus brindis en soledad, lejos de tu vida de antes.
Esa ‘vida de antes’ que es siempre tan preciada, de tus anhelos en la infancia y tus sueños adolescentes. De tus carreras por llegar a tu propia vida antes de perderla. Antes de que el tiempo que ya no vuelve la deformara en sus espejos silenciosos del presente impuesto.
Silenciosos de los ecos del pasado. De las voces de los amigos de tus tertulias, que eran también las suyas. Y de mis ilusiones. También. Porque es tan triste lo que se calla como lo que se deja de nombrar.
Despojadas como estábamos ya de nuestras confidencias, nos perdimos las últimas palabras hasta que nos perdimos. Y en la renuncia, aprendimos a soñarnos en la última hora del día para volver a vivirnos juntas.
Y sí, el sueño era ese reposo de tu mente, que nunca paró de imaginar ni de crear paisajes nuevos para la memoria, la del recuerdo y ahora, la del porvenir, como mismo se llamaba aquella calle del Sur en el que naciste.
‘Avenida del porvenir’ que ya anticipaba, sin duda, todo lo que te aguardaba en la vida, verso a verso. Lo que te traían sus ojos llenos de viento, del mismo viento que tú conocías bajo el peso del sol de aquel sur compartido.
Comunión de dos almas que se sabían lejos de aquella orilla que los vio nacer, montaña y mar de una misma tierra seca que los hizo marchar para volverse a mirarla.
Gota a gota, te vas ahora para volver a brindar en tu nombre, el que fuiste y el que vuelve a ser, María C. Y en este día en el que tú vuelves a pintar tu sueño que fue, me despierto y ya no estás…
Pero eres. Sonrío entonces, al verte caminar descalza sobre todo el champán que él descorchó para ti, tanto como mismo fue su espera. Vivir fue lo único cierto.
DEP María Castro, que la poesía te guarde.