Lyon, poesía y danza que bailan al espíritu
#DesdeMiVentanaVerde, episodio 16. La autora pasea de nuevo por el centro de la ciudad francesa, eje de la danza mundial, para recordar a Yoann Bourgeois, el coreógrafo que detiene el viento para que sirva de impulso si un día (la vida) se desborda
#DesdeMiVentanaVerde sopla la brisa que llega del mar, desde allá abajo. Desde la marejada. La empuja, sin duda, el viento caliente de Sant Ana que anuncia el final del verano, tal y como cuentan al comienzo de la película ‘El gran miércoles’.
Sopla cálido y engañoso, sobre todo aquí, que el estío se prolonga tanto y las olas se cogen todo el año, sin que el viento alcance la fuerza de los huracanes.
Pero suena de fondo, a este lado de la ventana “Tous les garçons et les filles”, siempre dulce y melodiosa, de Françoise Hardy…
De modo que mi mente abandona el oleaje para volar hasta el cauce del Ródano a su paso por Lyon, y lo que me llega ahora son los miles de pasos de su Bienal de danza. Arriba y abajo, de una orilla a otra.
Y de repente, lo inesperado. Las grandes sorpresas cuándo y dónde lo necesitas, son reveladas. Sólo entonces recuerdo aquello que dije cinco años atrás, antes de que todo pasara. La pandemia y todo lo demás que ha venido después.
“Si un día la vida me desbordara, quisiera dejar de correr y moverme con la armonía de Yoann Bourgeois, en paz con la sola esencia. Pero si un día la vida me desbordara del todo, quisiera que jamás me faltara la magia de Yoan Bourgeois, que el viento no me detuviera sino que me sirviera siempre de impulso”.
Y como si yo misma así lo hubiera sentenciado entonces, en una suerte de ‘sincronicidad Junguiana’, la danza me baila ahora el espíritu hasta ocupar mis cinco sentidos. Para rescatarme, claro, como la poesía leída a solas.
Es el arte que, sintiéndolo de veras, inunda tu corazón hasta seducir a tu alma, sin más. Y como si de un ‘rancho de ánimas’ que subiera calle arriba se tratase, veo pasar todos los desfiles de danza que me han conducido hasta aquí.
“Es probable que cualquier lugar se convierta en una escena”, decía entonces Bourgeois antes de presentar su trabajo, ‘Tentatives d’approches’ para seis intérpretes, en el antiguo Museo de Historia Natural Guimet’.
Yoann conseguía entonces, en mi anterior Bienal de septiembre de 2018, sublimar una auténtica metáfora del esfuerzo por vivir, el amor necesario para lograrlo y la fugacidad de la vida misma.

Yoann Bourgeois alcanza un momento de máxima emoción cuando la bailarina emerge de la cubeta de agua, en 2018. (Foto NJC-Espiral21).
Aquella declaración de amor a la danza y a la vida, susurrado en la nuca de todos cuantos allí estuvimos, sentido a sentido, volvió a rozarme el corazón ahora. Cuando más lo necesito.
El viento me ha traído de nuevo su magia, justo cuando la vida me había desbordado. Como una promesa de algo más, aguarda Lyon antes de que cambie la estación. Y de nuevo, la vida. Una sola certeza que pasa corriendo, una sola vez en la vida.
Para seguir leyendo:
Episodio 1. Gueto judío de Venecia, en el verde de la memoria.
Episodio 2. Sátira de la Crucifixión más allá de la plaza San Marcos.
Episodio 3. ‘Ponte Vecchio’, murmullo de voces y sueños.
Episodio 4. Plaza de San Pedro, inmaculada pero descarnada.
Episodio 5. Los olmos del Gianocolo de Roma se inclinaron aquel día.
Episodio 6. Bosque de Bolonia, raviolis preparados en pareja.
Episodio 7. Bruselas y las siete calles que conducen a la Gran Plaza.
Episodio 8. París, la alegría de vivir hecha de miga de pan.
Episodio 9. Turquía y Siria, gana quien sabe amar.
Episodio 10. 8M, nadie muere entre las flores, sino ante su ausencia.
Episodio 11. “¡Pararse ahí!” De Sevilla a Vegueta en Semana Santa para curar el alma.
Episodio 12. ¿Música de Macedonia o una torrija de la cafetería Madrid?
Episodio 13. Pascua ortodoxa en Las Palmas por Jersón, Lviv y Bajmut.
Episodio 14. Jerusalén, benditos sean sus besos.
Episodio 15. El viento que traigo en los ojos me viene de Chile.