Luz Casal, tierna caricia de quien conoce tus sueños
Lleno en el Auditorio Alfredo Kraus para contemplar a una artista incontestable. Pura alma prendida en la voz, destila presente que inunda su ser. Devota de los recuerdos, pero no para mirar atrás sino adelante, lo da todo y se entrega sin más
Luz Casal sobre el escenario y, de repente, todo encaja. Día mundial del beso y un minuto más de vida. Porque Luz Casal, en el directo de sus conciertos, es una bocanada de vida. Inmensa.
Pura alma prendida en la voz, destila presente que inunda su ser, y el de todos y cada uno de cuantos asistimos a su actuación en vivo. Devota de los recuerdos, pero no para mirar atrás sino adelante, lo da todo y se entrega sin más.
Generosa y franca, abre su corazón como esas mismas ventanas del último disco, de par en par. Sin guardarse nada para sí, cercana y confidente, logra una total comunión con el público, que le corresponde al instante, en común unión… Casi utópica.
Y se hace la magia, la verdadera Luz se cuela a raudales por cada rincón hasta llegar a la última butaca de la fila general y tocar el cielo. Al menos, ésa es la sensación cada vez que Luz Casal alza los brazos.
Una tierna caricia de la mano de quien conociera tus más íntimos sueños. Un verdadero reencuentro que te lleva hasta el patio de tu infancia y el horizonte de tu adolescencia.

Luz Casal, con las mujeres de su vida, retratadas en la escenografía de su actuación. (Foto NACHO GONZÁLEZ-AUDITORIO ALFREDO KRAUS).
Un paseo vital enganchados todos del brazo de la libertad, que es como mejor se sienten las olas. En compañía y cómplices, todos sin excepción, se crea un clima de absoluta conexión que jalea por igual los temas nuevos que los más emblemáticos.
Aquellos que un día hicimos nuestros por diferentes motivos y que ya no los hemos soltado de la mano, por sincera entrega y convicción. Como el ‘No me importa nada’, acompañado de los rostros proyectados de las mujeres que han inspirado su vida.
Mecidos por el embeleso de la voz de Luz Casal, tomamos todo cuanto se nos dio con la tierna creencia de saberse querido por tanta cercanía en las palabras.
El regalo de una voz que, además, no para en el escenario… Luz Casal nos cuenta sus secretos, baila, bromea, dialoga con todos e incluso con los que no están presentes.
Como cuando llama por teléfono en directo a una fan de Almería, Maite, que acudió al concierto inicio de esta gira y participa así de la algarabía colectiva, en medio del tema ‘Hola, qué tal’.

Luz Casal, en Gran Canaria, un paseo vital enganchados todos del brazo de la libertad. (Foto NACHO GONZÁLEZ-AUDITORIO ALFREDO KRAUS).
(De nuevo, esa comunión perfecta de humanidad en vivo y ‘a puñaos’, que dirían los andaluces, tan necesaria después de tanto. Y tanto aún por vivir).
Fragilidad y entereza rodeada de su familia. Cinco músicos magníficos como otras tantas ventanas de su alma. Guitarras españolas, acústicas, eléctricas y el bajo, claro está. Piano, órganos, teclados y sintetizadores. Batería y percusión.
De Santiago a París en el recuerdo y de Las Palmas a La Habana en el ahora, siempre y más. Verdad, tango y son desde la primera estrofa. Arrebatadora rockera, ni se pregunta.
Humanidad y maestría fraseadas a partes iguales. ‘Dame tu mano’ y ‘Suave es la noche’ para desear que la noche no acabe. La felicidad flota en el ambiente de manera colectiva dibujada en la mirada de todos y, sin ya esperarlo, se arranca con ‘Piensa en mí’.
Las lágrimas lo desdibujan todo y Luz es balada de mar salado, acaso más. Compartimos este viento de acá, que sopla más fuerte desde ahora, para volver a empezar. Luz Casal y mi corazón, abierto de par en par. Toma mi mano, pues.