Las aguas con Canarias en el punto de mira
El comunicado marroquí de Exteriores acredita el preocupante cariz de las negociaciones entre España y Marruecos para volver al cauce del diálogo y la diplomacia.
Hasta Brahim Gali, pese a ser uno de los políticos más relevantes del Magreb como líder del Polisario, se ha convertido en un renglón torcido de la cooperación entre ambos países y la estabilidad de las fronteras con Canarias y El Estrecho. Rabat afirma que Gali “no es la raíz del problema“.
El documento del ministro Naser Burita recuerda que esa cooperación ha permitido desarticular 82 actos terroristas o impedir el desarrollo de hasta 5.000 redes de tratas de personas.
Exteriores también deja caer cómo sus aguas fueron refugio de 64 pesqueros gallegos durante la catástrofe del petrolero Prestige.
Enumera los puntos calientes de la bilateralidad hasta que sale a relucir el conflicto territorial del Sáhara, al que Marruecos equipara con la disputa independentista de Cataluña.
Pedro Sánchez se apresuró a rechazar la declaración marroquí, rebajándola a un contencioso de Exteriores que utiliza la migración ilegal como moneda de cambio, como fue el caso de las 10.000 personas que cruzaron a Ceuta.
Para Canarias, llueve sobre mojado porque todo este lío apunta a la reapertura de la Mediana con Marruecos, sobre todo, ahora que las maniobras militares con Estados Unidos (en aguas próximas a las Islas) se publicitan ante la mirada de la comunidad a bombo y platillo.
Ángel Víctor Torres, presidente de Canarias, desveló en el Parlamento regional el veto marroquí para viajar al país vecino, una posición que acrecienta el temor a más disputas con el país vecino.
Marruecos, ahora mismo, es un activo de alto valor para la paz en Oriente Próximo después de que Estados Unidos reconociera la marroquinidad del Sáhara y después de establecer relaciones comerciales con Israel. Evitar estos hechos en los discursos oficiales es un riesgo para equivocarse en el nuevo mapa geoestratégico que se diseña al lado de nuestra puerta.