John Malkovich, el brillo de una sonrisa
"Consciente pues de saber que el vivir es aquí y ahora, como tal se le percibe. Y se le siente… Como una de esas personas que saben bien que, en realidad, el sol está en el corazón de cada uno"
John Malkovich llegó de blanco, todo él. Pero no de un tono impoluto, sino casi marfil, más orgánico y adecuado a las arenas de estas latitudes. Sólo la camisa era absolutamente blanca.
Inmaculadamente blanca, diríamos, como si quisiera redimir a su personaje de antemano. Un ejercicio de expiación que deberá descubrir cada cual asistiendo a la obra, pues no cabe contar lo que ha de vivirse.
Consciente pues de saber que el vivir es aquí y ahora, como tal se le percibe. Y se le siente… Como una de esas personas que saben bien que, en realidad, el sol está en el corazón de cada uno.
Y le delata la sonrisa, pero sólo cuando así la siente, también él. Cercana. De mirada inteligente y fugaz con los desconocidos, nada le distrae. Casi introspectivo, se diría que sus pasos, sigilosos, se anticipan reflexivamente al porvenir.
Malkovich respira cierta timidez que, sin duda, le mantiene a salvo de su extraordinaria grandeza como actor frente a todos (y a todo).
‘The Infernal Comedy’ (Historia de un asesino) le brinda, de nuevo, la oportunidad de meterse en la perversa piel de alguien cuya luz sirve para ver su profunda oscuridad, en toda la negritud de su alma.
Pero seguramente Malkovich hallará la forma de decidir a quién regala sus zapatos de golf, una vez perdida la inocencia, como hiciera Basie con el pequeño Jim (un jovencísimo Christian Bale) en ‘El Imperio del sol’.
Su rostro, fresco en una mañana estival de domingo, me delata que quizá ya ha iniciado el viaje emocional de su personaje, un asesino en serie, durante esta rueda de prensa. De manera consciente, por supuesto. Sabe que de la luz se pasará a la inevitable oscuridad porque la bondad y la confianza ciega no duran siempre (¿o sí?).
John Malkovich da vida a Jack Unterweger, quien expió su crimen a través de la poesía escrita en prisión, pero sólo para volver a las sombras de la oscuridad de más muerte aún, tras su vuelta al mundo después de ser indultado.
Malkovich, legendario por personajes ambiguos como éste que deambulan entre el bien y el mal, protagoniza un montaje tremendamente original en su puesta en escena, Comparte tablas con dos sopranos, que serán su réplica en femenino, además de una orquesta de 30 músicos en directo.
Teatro y música de la mano del director alemán Michael Sturminger, mientras Malkovich elige a quien regalar sus zapatos…
Unas cómodas playeras de ante color ‘toffee’ de quien tiene la cortesía de no delatar mis diez minutos de más y me devuelve mis recuerdos de cine con una tímida sonrisa.