Ibarra reabre la historia oculta de los bloques sumergidos del dique Reina Sofía
El presidente de la Autoridad Portuaria anuncia, frente a la crisis de PP y CC, la licitación de las obras de ampliación del gran espigón del Puerto que Pepa Luzardo paralizó como alcaldesa porque le estropeaban las vistas del horizonte
Luis Ibarra reabre la historia oculta de los bloques sumergidos del dique Reina Sofía, uno de los secretos mejor guardados por los jefes de servicio del Puerto que costó 10 millones de euros.
El presidente de la Autoridad Portuaria, Luis Ibarra, anuncia, frente a la crisis de PP y CC para intentar sustituirlo, la licitación de las obras de ampliación del gran espigón del Puerto que Pepa Luzardo paralizó como alcaldesa porque le estropeaban las vistas del horizonte.
Ibarra promoverá el expediente del Reina Sofía en el próximo consejo de administración que celebrará entre los días 12 y 13. En tono de jocoso afirmó este jueves: “Todavía estaré aquí en esa fecha“.
Los bloques sumergidos corresponden a un periodo que va de 2002 a 2003: en esos años, Las Palmas de Gran Canaria exhibía músculo con el tercer mandato consecutivo del Partido Popular.
Tan segura estaba Luzardo de su cargo y del apoyo que brindaba José María Aznar desde Madrid (Zapatero llegaría en 2004), que con el permiso de José Manuel Soria y José Carlos Mauricio, logró que José Manuel Arnaiz sustituyera a Luis Hernández, el único nacionalista que ha presidido el Puerto.
Acababa así una agria polémica en torno al contrato de 72 millones de euros adjudicado a Dragados-FCC en detrimento de Necso, ACS y Lopesan.
La tensión económica de aquellos momentos (surgía una nueva dirección de empresarios denominados emergentes al calor del negocio portuario y turístico) fue tal que Lopesan recurrió el concurso.
Luis Hernández no se lo creía. El dique iba a crecer en 1.200 metros (mide 4 kilómetros) porque resultaba imprescindible para la expansión del Puerto y porque servía de abrigo para las corrientes del Noroeste.
Pero Pepa Luzardo hizo suya la campaña contra el dique y logró frenar las obras cuando ya estaban empezadas.
Incluso se constituyó una plataforma cívica presidida por el ex presidente de Unelco, Antonio Castellano (qepd), alegando invasión de la servidumbre de vistas.
Los bloques de refuerzo quedaron sumergidos para siempre y el caso, pese a los recursos y las cláusulas de indemnización que se abonaron a las constructoras ganadoras, quedó en el olvido.
Arnaiz mandó a parar y fichó como director del Puerto a José María Hernández, quien denunció en un documento público elevado a Puertos del Estado posibles irregularidades en la adjudicación de la obra.
Hernández, hoy investigado por presuntos delitos al frente de la Dirección Territorial de Costas, ejerció antes de 2003 como director de Fomento en Canarias y miembro del consejo de administración de la Autoridad Portuaria.
La pelea en torno a La Gran Marina y el triunfo del PSOE tras los atentados del 11-M en Atocha, alojaron los bloques sumergidos en la amnesia institucional, una habilidad de manual para la clase política cuando algo incomoda.
Los presidentes que sucedieron a Arnaiz, Emilio Mayoral y Javier Sánchez Simón, prefirieron no asomarse a la ampliación del Reina Sofía.
Ahora, Ibarra por fin se decide en el que podría ser el último año de su gestión, que va camino de batir el récord de permanencia desde la etapa de Jose Manuel Hernández.
Ibarra está “reordenando las piezas pendientes del puzzle que me encontré a mi llegada en 2011“, comentó este jueves en la conferencia de prensa posterior al consejo.
“El Reina Sofía será el gran espacio para la base de reparaciones navales y de plataformas de esta zona del Atlántico“, sentenció con rotundidad tras enumerar las concesiones y autorizaciones de estos años a Zamakona-CCB, Hidramar, Hamilton, Astican y Logiscrap, tal y como adelantó Espiral21.
A preguntas de los periodistas sobre la posición que planteó Pepa Luzardo hace 15 años, Ibarra recomienda aplicar “la pedagogía institucional” y mostrar “voluntad de diálogo y consenso“. “Las condiciones y el contexto es hoy otro“.
Sobre los bloques hundidos (se estima que ocupan una longitud de 750 metros), Ibarra mantiene la prudencia y confía en los informes técnicos. “Lo prioritario es licitar la obra y lo haremos en el próximo consejo que tengo la voluntad de celebrar en Lanzarote“.