Funeraria de la Diócesis gestionará 24 cementerios frente al poder de Santa Lucía y Mémora
La entrada de la Iglesia en el negocio de la sepultura está siendo observada "de reojo" por las grandes aseguradoras, dada la fortaleza comercial que ejercería a través de la red de parroquias y organizaciones sociales, caritativas y pastorales
La funeraria de la Diócesis de Canarias, Rubicense Servicios, gestionará 24 cementerios parroquiales en Las Palmas, según datos oficiales.
La Diócesis isleña irrumpe por vez primera en el negocio funerario frente al poder de Santa Lucía (Albia) y Mémora (IFR), los dos gigantes junto con Mapfre (Funesapaña) que han consolidado el negocio de la sepultura a base de una estrategia expansiva adquiriendo sociedades familiares.
Rubicense Servicios cuenta con 3.000 euros de capital social, con sede en la calle Doctor Chil de la capital grancanaria.
Sus administradores son el obispo auxiliar, Cristóbal Déniz, y el secretario-canciller, Eloy Santiago (también sacerdote). Ambos se hacen acompañar en el consejo por el ecónomo diocesano, José García. El obispo, José Mazuelos, optó por mantenerse al margen ante la posibilidad de que sea nombrado arzobispo y deje vacante la sede de Santa Ana.
La noticia adelantada por este periódico, sin embargo, ha causado “sorpresa” en los círculos económicos por el fuerte arraigo de la cultura de la muerte en el Archipiélago, y, sobre todo, por la influencia que ejercen las empresas de servicios funerarios, caracterizadas además por un bajo perfil mediático.
La Diócesis aclara que se trata de una compañía de mera gestión, aunque en su objeto social se reconocen todas las prestaciones de la actividad. De momento, la institución eclesiástica no participará en la tenencia de tanatorios ni crematorios y se concentrará en el funcionamiento de los cementerios parroquiales con el fin de evitar que, ante la crisis, sigan migrando hacia los ayuntamientos.
La sede diocesana prevé establecer protocolos relacionados con los estipendios (misas funerales y responsos) que las funerarias convencionales cobran a los difuntos y familiares, ya sea porque están incluidos en las pólizas de seguro o porque se abonan de forma complementaria.
Líderes
La líder del sector es Mémora, que está controlado por el fondo de pensiones de los profesores de Ontario (OTPP) desde julio de 2017, cuando esta gestora canadiense especializada en infraestructuras se impuso en una dura subasta competitiva contra otros grandes titanes del capital riesgo desembolsando 500 millones de euros por la compañía. Anteriormente, la compañía estaba en manos del fondo británico 3i. Mémora, que cuenta con convenios con varias aseguradoras, factura en torno a 200 millones de euros al año y dispone de 140 tanatorios.
La siguiente por tamaño es Albia, que con unos ingresos de 165 millones de euros en el ejercicio de 2020 se coloca como la segunda mayor funeraria española. Gracias a ella, su matriz, Seguros Santa Lucía, encabeza el volumen de primas con 686 millones de euros, lo que viene a significar 31,5% de la cuota de mercado. La tercera es Funespaña (Mapfre) que registró una facturación de 48,6 millones en el año, a lo que se añaden los 310 millones de euros en primas por decesos de la aseguradora.
Cabe recordar que en 2019, Funespaña y Albia anunciaron su fusión, con 70.000 servicios anuales. Esto chocaba con el resto de empresas del sector, que está en manos de familias que apenas llegan al millón de facturación.
La entrada en el mercado funerario de la Iglesia está siendo observada “de reojo” dada la fortaleza comercial que podría ejercer a través de la red de parroquias y organizaciones sociales, caritativas y pastorales.