Franquismo falsificó la defunción del Corredera al certificar “muerte real”
Condenado al garrote vil, la Dictadura alteró la causa del fallecimiento de Juan García, conocido como 'Juan el Nuestro' por los comunistas
Franquismo falsificó en 1959 la defunción de uno de los casos más famosos de la pena capital en Canarias durante la dictadura.
El fallecimiento de Juan García Suárez alías ‘El Corredera’, conmocionó a la sociedad grancanaria de aquel año por las arbitrariedades de un proceso judicial que el historiador Agustín Millares no duda en calificar de “barbarie” y de “asesinato legal”.
Corredera, natural de Telde, murió a los 46 años de edad como consecuencia del garrote vil, al que fue condenado en un juicio sumarísimo.
Corredera “sufrió una tropelía“, explica Millares. “Fue acusado de rebelión militar por unos hechos cometidos, supuestamente, en 1936, cuando el Código de Justicia Militar preveía que ese delito quedaba prescrito a los 20 años“.
En una conferencia ofrecida en San Gregorio (Telde) en el 50 aniversario del óbito, Agustín Millares acredita que El Corredera (“también conocido como Juan el Nuestro“) militó en el Partido Comunista y en la Sociedad de Trabajadores de Telde, circunstancias ideológicas que determinaron el proceso judicial que le depararía el destino.
Juan García murió en la cárcel del Barranco Seco, pero el régimen franquista falsificó la causa de la muerte, como prueba la documentación existente en el Registro Civil de Las Palmas a la que accedió Espiral21.
Partida de defunción de El Corredera.
El Franquismo ocultó bajo la fórmula de “muerte real” la aplicación de la pena capital bajo la tortura de garrote vil.
Por muerte real se entiende, según los tratados de tanatología, “el estado biológico en el cual la persona ha perdido total y definitivamente la circulación y la respiración“.
El Corredera falleció a las 06.30 horas el 19 de octubre de 1959, después de un largo proceso de 9 meses en la Audiencia Provincial de Las Palmas.
La sociedad grancanaria se movilizó para impedir la aplicación de la pena capital hasta el punto de que, según las pruebas recabadas por Agustín Millares, se produjo “la gran primera acción de masas contra la Dictadura”.
En enero del 59, se convocaron en Vegueta más de 5.000 personas para exclamar a viva voz la condonación de las penas por “legítima defensa”.
A Juan García le endilgaron dos muertes que quizás no cometió. La pistola (una parabellum) con la que abatió, presuntamente, a guardia local que iba de paisano jamás apareció. “Le aplicaron leyes derogadas, lo acusaron de un delito que había prescrito, lo condenaron en la jurisdicción militar cuando le correspondía la civil, le endosaron el agravante de embriaguez cuando era rotundamente falso… No hubo garantías“.
Millares deja entrever que Juan García, “al que llamaron el Fidel Castro canario“, fue ajusticiado como advertencia para los movimientos de izquierda que se organizaban en Gran Canaria. “Pero ocurrió lo contrario. Con su muerte, la resistencia al fascismo se transformó en oposición. Empezó a crearse el Movimiento Canarias Libre en los 60 y, para siempre, Juan García fue Juan el Nuestro, Juan el Nuestro de los comunistas“.
“Siempre trataron de ocultar que fue un militante comunista y presentarlo como un delincuente común. Los periódicos de la época lo tildaron de rojo (Falange) o de forajido de leyenda (Diario de Las Palmas), pero la verdad es que fue comunista y murió por sus ideas, por ser un resistente de la lucha antifascista“.