Francisco se presenta en Mongolia como “peregrino de la paz”
Bergoglio elogia la sabiduría del pueblo mongol, “sedimentada en generaciones de ganaderos y agricultores prudentes, siempre atentos a no romper los delicados equilibrios del ecosistema”
La agenda oficial del Papa Francisco en Mongolia (con 1.500 católicos) comenzó cuando en Roma o en Canarias era aún la madrugada, en la Plaza Sükhbaatar, dejando escrito en el Libro de Honor un texto significativo: “Peregrino de la paz en este país joven y antiguo, moderno y rico en tradiciones, tengo el honor de recorrer los caminos del encuentro y de la amistad, generadores de esperanza. Que el gran cielo claro, que abraza la tierra mongola, ilumine nuevos caminos de fraternidad“.
Refiriéndose a las relaciones diplomáticas modernas entre Mongolia y la Santa Sede, son recientes —este año se celebra el 30 aniversario de la firma de una carta para reforzar las relaciones bilaterales—, Francisco acotó que, mucho tiempo antes, exactamente hace 777 años, precisamente entre el final de agosto y el inicio de septiembre de 1246, fray Juan de Plano Carpini, enviado papal, visitó a Guyuk, el tercer emperador mongol, y le presentó al Gran Kan la carta oficial del Papa Inocencio IV.
Poco después fue redactada y traducida en varias lenguas la carta de respuesta, timbrada con el sello del Gran Kan en caracteres mongoles tradicionales. Se conserva en la Biblioteca Vaticana y el Papa tuvo el honor de entregarles una copia auténtica, realizada con las técnicas más avanzadas para garantizar la mejor calidad posible. “Que este pueda ser un signo de amistad antigua que crece y se renueva”, auguró.
Bergoglio elogió la sabiduría del pueblo mongol, “sedimentada en generaciones de ganaderos y agricultores prudentes, siempre atentos a no romper los delicados equilibrios del ecosistema”. Esta “tiene mucho que enseñar a quien hoy no quiere cerrarse en la búsqueda de un miope interés particular, sino que desea entregar a la posteridad una tierra todavía acogedora y fecunda”.
Mongolia no es sólo una nación democrática que lleva adelante una política exterior pacífica, sino que se propone realizar un papel importante para la paz mundial. Además —otro elemento propicio que se puede señalar—, la pena capital ha desaparecido de vuestro ordenamiento judicial”.
El Papa citó un proverbio local que dice “Las nubes pasan, el cielo permanece” y pidió que “así pasen las nubes oscuras de la guerra, que se disipen por la firme voluntad de una fraternidad universal en la que las tensiones se resuelvan sobre la base del encuentro y del diálogo, y que a todos se les garanticen los derechos fundamentales”. “Aquí, en este país de ustedes, rico de historia y de cielo, imploremos este don de lo alto y pongámonos manos a la obra para construir juntos un futuro de paz”.