Fontana di Trevi, 25 años más joven ¿Tiraste tu moneda?
Fontana di Trevi. Roma. Il mondo…Ese mundo que no se ha parado ni un momento, aguardaba ansioso este instante. Después de 17 meses de restauración, la fuente más famosa del planeta, quizá la más visitada y una de las más bellas del mundo, vuelve a manar agua.
Agua y glamour, claro. Nada habría sido lo mismo si Fellini no hubiera decidido que Anita Ekberg se diera un chapuzón en ella. Y ese chapuzón no habría sido tan famoso si ella hubiera podido verse los pies al zambullirse. Sus generosas formas lo impidieron. Pero la belleza de la Fontana di Trevi hizo el resto.
Juntas manaron sensualidad además de agua. Y Fellini hizo de ellas un mito para toda la eternidad. Nos convenció a todos de que no cabe una ‘Dolce Vita’ sin pasar por Roma, esa ciudad eterna y abierta al mundo. Así nacía una leyenda. Y con ella, una tradición ya para siempre.
Sucumbimos a la irrefrenable voluntad de visitar la Fontana di Trevi para saborear la vida. Y nos entregamos al lujurioso deseo de volver… Siempre y más. La manera de garantizarlo era tirar una moneda de espaldas a ella, dejando al destino el resto del trabajo.
Si caía dentro, volvías. Y si no… ¡Tirabas otra! En este idilio no cabe un no por respuesta, ¡ni por todas las monedas del mundo! Primero fueron las liras, las pesetas, los dracmas, los escudos, los francos, las coronas… Luego llegó el euro, que por ahora convive con el yen, el dólar o la libra.
Cierto es que la crisis hizo que en los últimos tiempos abundasen más los céntimos, centavos y peniques… Más pequeños y con menos peso al caer, claro. Poco importa para el deseo que alberga el acto de lanzar la moneda al agua. Ya se encargan las barrocas esculturas de la Sabiduría y la Fertilidad de avivar el vuelo de estas pequeñas piezas para que caigan dentro.
Se han llegado a recoger hasta 3.000 euros en un sólo día, puesto que cada noche se limpia y lo recaudado se destina a la beneficencia. Para cuando amanece, sus cristalinas aguas (sin embargo, no potables), amanecen transparentes a la espera de nuevas hordas de turistas llenos de deseos.
Deseos de volver a Roma y deseos de romance a la italiana. Porque si algo demostró Fellini es que mejor que el ‘gelato italiano’ es el romance ‘a la italiana’.
Una restauración de 2,2 millones de euros, por gentileza de la casa italiana de modas Fendi, el trabajo de los 26 restauradores y 25 años más joven (el tiempo que hacía que no se rehabilitaba), rinden tributo a la belleza y al arte de Italia.
Y de nuevo, otra vez más, dos monedas al aire. Las manos de Claudio Parisi Presicce (superintendente romano), y de Pietro Beccari, presidente de Fendi. Al mismo tiempo. Un ‘solo tempo’, como un romance a la italiana…
Y volvió el agua. Y con ella, la luz, aún más brillante… El deseo, el amor y la vida. A la Fontana de Trevi y al mundo. “No hay final. No hay principio. Es sólo la infinita pasión de la vida. Sólo existes por lo que haces”, decía Fellini… ¿Tiraste ya tu moneda?
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