Estrasburgo no calculó el lío magrebí
El Parlamento Europeo, con sede en Estrasburgo, afeó a Marruecos sin que se hayan provisionado aún las pruebas condenatorias contra dirigentes magrebíes acusados de presuntos sobornos.
La resolución es cuanto menos precipitada para países como España (el PSOE se abstuvo) que viaja a Rabat a comienzos de febrero en una bilateral en la que se juega mucho, como la lucha contra el crimen organizado o la seguridad contra la Yihad islámica.
El Parlamento Europeo ha querido acelerar una declaración de intenciones ahora que el Qatargate amenaza con enterrar el código deontológico de la cúpula tras el encarcelamiento de la vicepresidenta.
Estrasburgo, en definitiva, no ha calculado el lío magrebí que se avecina para Estados miembros como España, y por extensión para una de sus regiones más sensibles, Canarias.
Haría bien en dar tiempo a la Justicia europea para esclarecer unos hechos que apestan y que, para el común de los mortales, era pasto de llamas desde que España perdió, por ejemplo, la territorialidad de las aguas o la capacidad para controlar las aduanas marsellesas; los europarlamentarios de entonces optaron, simplemente, por mirar para otro lado.
El PSOE ha predicado con la prudencia en una votación arriesgada e innecesaria, sobre todo, porque los argumentos son endebles, como criticar la libertad de expresión marroquí, un derecho que incumplen Arabia, Irán, Rusia o China.
Ahora, Marruecos toma nota y arremete contra el Parlamento Europeo en una historia de intereses cruzados donde el escándalo solo acaba de empezar, como publicó este fin de semana el semanario Der Spiegel.