¿Deben dimitir Von der Layen y Borrell?
Cada paso de Bruselas queda salpicado de dudas, titubeos y tribulaciones que levanta sospechas. Hace tiempo que Europa abandonó el podio de los campeones del mundo
Entre algunos mandatarios europeos empieza a calar la idea sobre si la presidenta de la Comisión Europea, la alemana Ursula Von der Layen, y el Alto Comisionado, el español José Borrell, deben traspasar la negociación del conflicto energético.
La propuesta de fijar un tope al precio del gas para influir en la política de precios, ha enervado a Rusia hasta el punto que, sin previo aviso, dejó sin suministro a Europa.
El Kremlin tuvo la deferencia (cínica) de esperar al cierre de los mercados bursátiles, pero si el servicio no se recupera el lunes, los valores industriales y financieros pueden sufrir una nueva pesadilla.
Las plantas manufactureras están reduciendo su capacidad de producción y los bancos se exponen a insolvencias de calado como la anunciadas este viernes por la empresa de telecomunicaciones Ezentis, con un pasivo de 157 millones de euros y tres grandes acreedores como Santander, BBVA y Caixa.
Von der Layen y Borrell tienen limitada su capacidad de influencia en beneficio de los Estados, de ahí que esa merma institucional puede suplirse con urgencia por los jefes de Gobierno de los 27.
A la UE el juego maniqueísta de la Comisión Europea les ha venido de perilla para aliviar el peso de la presión rusa. Pero el tiempo se agota. La llegada del otoño (Berlín presenta este fin de semana 12 grados de mínima) obligará a los gobiernos democráticos (los votantes no eligen a Von der Layen ni a Borrell) a justificar su naturaleza política, que para eso cobran, y bien.
Cada paso de Bruselas queda salpicado de dudas, titubeos y tribulaciones que levanta sospechas. Hace tiempo que Europa abandonó el podio de los campeones del mundo. La salida del Reino Unido agravó la sangría. Estados Unidos, Canadá, China o Rusia ocupan un lugar más preeminente a la hora de mover las fichas del poder.
Por separado, Francia, Alemania o Italia se jactan de su estamento como miembros del G8 pero juntos, en el mapa de los 27, pasan a ser convidados de piedra de una partitura que nada tiene que ver con la Europa de las grandes ligas.