Charlie Hebdo, Amelie y Antoine & Lili son París
Charlie Hebdo, el semanario satírico francés que fue víctima del terror y la intransigencia del Islamismo más fanático a comienzos de año, lo tiene claro. Fieles a esa maravillosa filosofía de que nadie les hace callar, vuelven a sorprendernos en su portada. Contundente.
Tras los atentados de París del pasado viernes 13, que se tiñe nuevamente de sangre, responden con el humor más ácido. Sobre un fondo de color rojo, que alude a la sangre pero elude el luto, sitúan a un muchacho…Víctima quizá en ‘Le Bataclan‘.
Se trata de un joven que baila y bebe una copa de champán. La viñeta no tendría nada de particular si el chico no mostrara el cuerpo y las piernas perforados por agujeros de bala. La estimulante bebida se le sale por todos y cada uno de esos agujeros. Pero no la vida. No sus burbujas.
Sobre-impresionado, puede leerse: “Ellos tienen las armas. Que se jodan, nosotros tenemos el champán“. En su editorial, el dibujante, editor y director, Laurente ‘Riss‘ Sourisseau, (superviviente del ataque terrorista a la sede de ‘Charlie Hebdo‘ el pasado 7 de enero), dice: “Esta es la única respuesta a los terroristas“.
Sólo se me ocurren aplausos. Frente al “terror inútil” que trata de crearse en la sociedad francesa, en el día a día de los franceses…’la joie de vivre’. Esa alegría de vivir tan parisina, tan francesa. Tan humana para todos cuantos no se dejan manipular.
Frente a la presión de las grandes estructuras de los gobiernos y los estereotipos de las sociedades, el sentimiento más puro y placentero de disfrutar de los pequeños detalles que te regala la vida sin más. Esos sencillos momentos que, en realidad, lo son todo.
Ese parís que amanece con olor a ‘baguette‘ y a ‘croissant au beurre‘ (mantequilla). La mantequilla de Marlon Brandon en ‘El Último tango en París‘ y los besos en las fotos de Doisneau.
El París de las postales en blanco y negro, y los picnics en la Île de Saint-Louis los domingos de sol. ‘La vie en rose‘ en un acordeón callejero y las luces de la torre Eiffell. C’est la vie… Es la vida. ¿Acaso más?
Esa “joie de vivre” que va mucho más allá de la mera expresión francesa, más allá de su significado literal. Esa filosofía de vida que representa entregarse con intensidad al momento, aún cuando sea de dolor. Con todo lo que el sentir conlleva.
De lo bueno, lo mejor. Y de lo malo, también. Hasta en las más pequeñas cosas y los instantes más breves. En todo momento. Pero, sobre todo, en los rincones. Aquellos más escondidos a los ojos del mundo.
Y esos rincones me llevan al canal de San Martin, lleno de vida y de sueños. En especial, esas largas noches de los viernes y sábados. Sentados en el borde con los pies colgando, a ambos lados. Entregados a charlas interminables a ambas orillas.
La de la izquierda, próxima a la Plaza de la República. Y la de la derecha, mirando hacia ‘Belleville‘, el barrio del mestizaje y la multiculturalidad… El enclave del barrio musulmán, aunque la Gran Mezquita de París se encuentre en el otro extremo de la capital, al otro lado del Sena.
El Canal, y su distrito 10 que lo engloba, bullen de día y de noche. Además, desde hace poco más de una década, Amelie y Antoine & Lili lo pusieron definitivamente de moda. La primera, tirando pequeñas piedras a sus aguas, en la película que lleva su nombre.
Y los segundos, convirtiendo en ‘depêche mode‘ la experiencia comercial del ‘showroom‘. Es decir, poniendo de moda en París el modelo inglés de las tiendas que combinan ropa y decoración, mientras tomas té o café con algo más.
Pero no sólo eso, es el barrio de la libertad de expresión (como casi todo en París). En él se encuentran las redacciones tanto del diario ‘Liberation‘, como del semanario ‘Charlie Hebdo‘, cuya viñeta da pie a esta historia. Y a tantas otras historias. Como la del 7 de enero de este año.
No es casual que ‘Le Bataclan‘ esté en el barrio 10. No lo es que el café ‘Le Carrillon‘ también lo esté… Ni que los homenajes a las víctimas sean a los pies de la estatua de la Plaza de la República.
Amanece y huele a ‘baguette‘ y a ‘croissant au beurre‘ en el Canal de San Martin. La libertad sigue mirando al pueblo parisino con su brazo en alto. Sabe que responde con la ‘joie de vivre‘ en su interior. Sabe que se levanta con el aliento del ‘bon vivant‘ en su exterior.
El parisino cultiva la ociosidad como mismo cultiva la elegancia. Esa extravagancia en el vivir que te lleva a beberte la vida como viene. Tal cual. Y ‘Charlie Hebdo‘ sabe ser ese dardo de estímulo que recuerda al gobierno que le debe certeza a su pueblo.
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