Cataluña pierde el norte
Los españoles ya sabemos por nuestra historia más reciente que la represión no es la solución de las cosas pero es innegable que Cataluña está sufriendo un severo problema de convivencia. Se pueden defender las ideas pero respetando a los que no piensen igual y mucho menos coartando el derecho de los demás.
¿Ha perdido el norte Cataluña?
Esta pregunta me la hago cada vez que veo la violencia reinante en las calle de Barcelona y otras ciudades de catalanas. El caos es la tónica habitual de estas últimas semana.
A pocos días de las elecciones del 10 de Noviembre tengo la sensación que la solución a este problema de convivencia se aleja cada vez más.
Unos pretenden la aplicación del 155, otros la excarcelación del presidente Torra y también hay los que consideran que se debe ilegalizar a todos los partidos independentista porque en este país pueden haber partidos independentistas pero sabiendo que nunca, incluso ganando unas elecciones, podrán llevar a cabo lo que defienden.
Los españoles ya sabemos por nuestra historia más reciente que la represión no es la solución de las cosas pero es innegable que Cataluña está sufriendo un severo problema de convivencia. Se pueden defender las ideas pero respetando a los que no piensen igual y mucho menos coartando el derecho de los demás.
Hemos visto cómo a los que quieren acceder a la universidad para continuar sus estudios no se les permite, también como fueron avasallados con gritos, empujones y escupitajos los invitados que pretendían acudir a la entrega de premios de la Fundación Princesa de Girona y no eran imágenes manipuladas por la prensa española como dicen los violentos.
Y esto no es todo, se está juzgando en la “Operación Judás” como unos CDR estaban preparando explosivos para realizar atentados y parece ser con el beneplácito del presiente de la Generalitat.
Todos somos testigos como el vandalismo es el protagonista con quema de coches, containers y asaltos a establecimientos para robar móviles, televisores, etcétera.
Cuanto más me informo más lejana me parece la Cataluña que conocía y admiraba, y eso que soy de los que piensan que la solución pasa por un referéndum pactado, consensuado y con observadores internacionales tal y como han hecho democracias más expertas y veteranas como Canadá con la autonomía de Quebec o el Reino Unido con Escocia.
Esta fórmula daría la oportunidad para explicarle a los catalanes que no estarían en Europa y que perderían cualquier ayuda económica de la Comunidad Europea. Tendrían que explicarles cómo solucionarán el tema energético, hidráulico y de transporte en la Península Ibérica.
A todo esto, tal y como pasó en las consultas antes mencionadas, para que sea vinculante el resultado los independentistas tienen que obtener un 70% a favor de la independencia y no volver a realizar una nueva consulta hasta pasado 20 años que es lo que se calcula para que la realice una nueva generación.
Está claro que los partidarios de la independencia están envalentonados y han perdido el norte, y lo han perdido, porque no respetan a los que piensan de forma diferente aún sabiendo que no son una mayoría apabullante sino más bien justa muy justa con apenas un 50% si es que llegan. Todos estamos de acuerdo en que hay que solucionar la actual situación pero hay que volver al dialogo y al consenso de ideas y sobre todo al respeto entre unos y otros.
España necesita a Cataluña y Cataluña necesita a España aunque ninguna de las dos lo reconozcan.