Casablanca y la historia del amor del Rick’s Café
#ConBrilloEnLaMirada, episodio 2. La autora busca los sonidos del piano que catapultó a la ciudad marroquí al olimpo del cine. Y lo encuentra en la música de Issam Chabaa, que decide tocar otra vez, como Sam, y tocar siempre
#ConBrilloEnLaMirada cuando te veo venir, aunque sea con la voz dolida de tanto. Sin más olvido que aquél que, en realidad, está lleno de memoria. Bajas aquella escalinata de St. Charles, dejando Marsella atrás, y sientes que el mundo te aguarda a sus pies.
En los extremos de los escalones… Asia a un lado, y África, al otro. El destino está en el impulso del viajero, según sea la memoria de sus sentidos. Pero siempre, casi siempre, sin olvidar que su horizonte mira al mar.
Y al otro lado, más. El resto del sueño, para empezar. Un color, una flor y otro aroma más. Canela, miel y el aroma de la hierbabuena humeante en el té. Los rostros de quienes ahora me sonríen se asoman al otro lado del mar.
Desde la otra orilla, se pierden por los callejones de su Medina. Especias, cuero y los mil y un colores de la artesanía sobre el encalado de sus paredes.
Toda una vida que cambia según sea la hora del día y así, cada vez que la miras. Caleidoscopio de estampas y sensaciones, todas aún por descubrir según se cuele la luz. En la mañana o en la tarde.
Porque la noche llega sola, cuando las voces se vuelven más fuertes y ruidosas, contadores de historias como son. (Después de todo, son 5 millones de habitantes).
Moderna pero llena de tantos contrastes como contradicciones, Casablanca es la ciudad más grande de todo Marruecos. Y a la sombra de su pasado colonial francés, se levanta la segunda mayor mezquita del mundo, por detrás sólo de ‘La Meca’.
La impresionante Mezquita Hassan II también mira al mar, pero de espaldas a un lugar que se reinventa cada día que amanece y en el que, desde su paseo marítimo, todo el que llega, busca a Rick…
Pero no te engañes, no hallarás el mítico lugar en el que Ilsa pidió a Sam que la tocara otra vez. “As time goes by” al piano, pensando en su historia de amor con Rick.
El mítico Rick’s Café de nuestra memoria colectiva sólo existe desde 2004, pero qué más da. Sus camareros parecen hablar cualquier idioma y todos llevan su casquete ‘fez’ rojo en la cabeza.

Rick’s Café de Casablanca, con su fachada colonial, es uno de los grandes atractivos de la ciudad más poblada de Marruecos.
Los fotogramas de ‘Casablanca’ en blanco y negro cubren sus paredes y, sorprendentemente, allí está. Un auténtico piano ‘Playel’ de los años 30 aguarda a que, uno tras otro, le pidan a Issam Chabaa… “Tócala otra vez”.
Su brillante sonrisa resalta sobre la oscura tez aceitunada de Issam, quien no se cansa de complacer metido en su papel del pianista más famoso de la historia del cine.
Al fin y al cabo, entre “Tócala otra vez, Sam” y “Tócala otra vez, Issam”, sólo hay una pequeña diferencia susurrada. Pero se sigue presintiendo “como el comienzo de una bonita amistad“.
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