Carlos Ruiz la revolución silenciosa
Entrevista de Espiral21 con el consejero de Cultura y Patrimonio Arqueológico del Cabildo GC. No lo admite, pero que el Museo de Bellas Artes concilie obra contemporánea o clásica con vestigios aborígenes es un quiebro a la historia institucional monopolizada en manos privadas a través del Museo Canario
Carlos Ruiz, consejero de Cultura del Cabildo GC, encarna casi a la perfección el prototipo de revolucionario silencioso consciente de que las oportunidades en la vida pública pasan solo una vez.
En 2015 se integró en el equipo de Antonio Morales proveniente de Bloque Nacionalista Rural (BNR), un aliado ajeno a la disciplina de Nueva Canaria que por sí solo conquistó Gáldar a través del carismático Teodoro Sosa, el alcalde con mayor potencial (por juventud y experiencia) para liderar la renovación del nacionalismo en Gran Canaria.
Teodoro Sosa, con casi 8.000 votos en 2015, bordó la mayoría absoluta con 12 concejales de 21 y se encaramó en uno de los puestos de mayor influencia de la política insular: Cultura y Patrimonio Arqueológico.
Teodoro Sosa confió a uno de sus alfiles la gestión de una cartera reservada hasta ese momento a dirigentes con derecho a roce burgués: Angulo, Camejo o Rosales.
Carlos Ruiz debutaba como Ernest Defarge, el revolucionario bueno de Charles Dickens en Historia de 2 ciudades.
Harto de los excesos y la crueldad de la aristocracia, cuando el Marqués atropella a un niño, le tira a Defarge una moneda de oro para comprar su silencio. Defarge, a su vez, se la lanza en la cara en uno de los desafíos más sobrecogedores de la obra.
A medida que avanza la novela, Ernest es uno de los triunfadores del nuevo régimen al combinar resistencia con moderación.
Algo así, pero en tedio institucional de la isla, Carlos Ruiz ha reinterpretado su papel cuando solo tenía a favor la mayoría absoluta de NC, PSOE y Podemos y un presupuesto de 26 millones de euros, eso sí, mayor que todas las cuentas del Ayuntamiento de Gáldar.
Al observar el balance de 4 años, el consejero apenas admite el éxito en una entrevista con Espiral21. “Han sido decisiones siempre consensuadas con el equipo y tomadas en su momento, paso a paso“.
Pero los resultados muestran un guión donde nada es igual a 2015. Dos de las pesadillas de sus predecesores cuentan con nuevos directores, como la Orquesta Filarmónica (con 9 millones de financiación) o el Centro de Atlántico de Arte Moderno (3 millones). “Todo fue de mutuo acuerdo“.
No mira hacia atrás. No critica. No reprocha. No murmura. Habla lo justo. En el último pleno insular solo intervino una vez durante 4 segundos, a instancias de Antonio Morales en respuesta al despido de un empleado que expuso el consejero de Unidos, el abogado Daniel Reyes: “Está pendiente un acto de conciliación“.
En la primera comisión de gobierno a la que se permitió el acceso de la prensa, en 2017, habló un poco más para negar a la oposición ser súbdito de Morales.
En el Cuyás, que ahora cumple 20 años, ha dejado que el staff programe sin excesos en un mandato tranquilo, como John Wayne en tierras irlandesas. “Mi ideario es dejar trabajar a los equipos“.
A 3 meses de concluir el mandato, apenas se pronuncia sobre su rumbo político. Solo está convencido de una cosa: el BNR volverá a triunfar en Gáldar el 26 de mayo de 2019.
Hasta entonces, sueña con la incorporación de Risco Caído al catálogo de la Unesco. Espera celebrarlo pero lo disimula. El fallo se conocerá en junio de 2019 en Azerbayán, semanas después de los resultados electorales.
Risco Caído ha sido la pieza central de un puzzle en el que “han participado muchas personas“. “Es imposible atribuirlo a una sola institución“.
Carlos Ruiz cita a 2 personas para reconocer el respaldo al patrimonio arqueológico. “Se lo debemos a Celso Martín de Guzmán, que proyectó la Cueva Pintada de Gáldar, que está en su grado de madurez, pero en la que queda mucho por hacer y otro es Miguel Ángel Clavijo, que ha apoyado en todo momento Risco Caído“.
El Cabildo (gobierne quien gobierne) ha previsto la posibilidad de representar en junio de 2020 la Cantata de Risco Caído, un episodio musical inédito que, según Ruiz, visibilizará la identidad social de Gran Canaria con su pasado aborigen.
Solo en ese contexto de viaje al pasado prehispánico para regresar al fuuro, Carlos Ruiz desvela sus cartas al enunciar los contenidos del futuro Museo de Bellas Artes, que deja prácticamente licitado por 5 millones de euros.
Ese futuro espacio abrigará obras de arte guanche, como los burgaos encontrados por los arqueólogos en Cueva Pintada. “Qué prueba de legado artístico son si no unos burgaos tallados que nos conectan de lleno con la cultura continental amazight“.
No lo dice, pero la sola posibilidad de que el Museo de Bellas Artes concilie obra contemporánea o clásica con vestigios aborígenes es un quiebro a la historia institucional monopolizada en manos privadas a través del Museo Canario.
Preguntado por este periódico, Carlos Ruiz muestra una tímida sonrisa y responde en inglés (expresión canaria cuando se rehusa un pronunciamiento explícito) sobre los restos fúnebres de Fernando Guanarteme. “No me opongo a que se revise su figura histórica”.
Ruiz ha sido jugador de ajedrez desde su infancia en Las Palmas de Gran Canaria hasta que se trasladó a Gáldar, la ciudad de los Caballeros que convirte a BNR en una alternativa del poder sustitutoria del nacionalismo que encabezan 3 sesentones: Román Rodríguez, Antonio Morales, Carmelo Ramírez. Pero ésa es otra historia.