Besos #TM: mucho más que política
Besos. Besos entregados o robados. Besos furtivos o cautivos. Besos sinceros o falsos. Besos inocentes o perversos. ¿El primer beso o más besos? Besos de más o de menos. Al principio o al final. Al llegar o al partir.
Beso… Quédate. Sin más. “En un beso, sabrás todo lo que he callado”. Decía el poeta chileno Pablo Neruda. Pero, ¿qué calló el podemita Pablo Iglesias en el beso de la investidura/no investidura?
¿Qué calló el independentista catalán Xavier Domènech? Ambos son diputados. Ambos representan a la ciudadanía. Y no poca. Nada menos que 5 millones de voces. De besos.
Afortunadamente, de besos. Preferibles los besos que esas otras voces que son de puro silencio. Esas voces sordas que lo son de pura indiferencia.
Así que me atrevo a decir, como Neruda, que supimos lo que callaban con un beso.
Un beso en los labios. Labios que hablan de cambio. Callaban con un beso las esperanzas de muchos, de tantos. Las voces de ese verdadero cambio. Los besos de 5 millones. Los labios de 5 millones.
Desde luego, quien no calló al verlos fue Luis De Guindos. En primera línea de esta platea. Sin besos. De otros labios. Sí, también los hay. ¿No besan?
La instantánea dio la vuelta al mundo y se convirtió en ‘Trending Topic’ en las redes sociales. Fue el tema estrella en todas las tertulias del día y con el mismo interrogante como denominador común: ¿preparado o no?
En la prensa internacional, la BBC directamente señalaba “el beso que mostró la pasión política real”.
Exactamente. ¿Acaso no estaba ya este hemiciclo necesitado de más ‘feeling’, sentimiento o pasión?
Presos en la desidia de sesiones rutinarias, políticas reiterativas y mayorías absolutas, los escaños españoles parecían conocer sólo los besos cautivos. Acaso los furtivos. Pero muy poco los sinceros. Y nada, los del entusiasmo. Olvidados ya los de la primera vez…
Besos y más besos
Mejor besos a pares que tacos impares. Besos a gritos que un bufido entre dientes. Mejor un beso ‘in voce’ que una bofetada ‘sotto voce’.
Un beso de frente que una queja a la espalda.
Besos en la mejilla, en la frente, en los labios o en la mano.
Pero besos siempre.
Besos en vez de bramidos.
Besos a la luz pública antes que balances en la sombra.
Besos en A y nunca en B.
‘B’ de besos en lugar de ‘b’ de Bárcenas. De un ‘bacio‘ en lugar de un bolero cantado por despecho, o en un despacho.
Eclipsada por un beso, la no investidura de Pedro Sánchez vio colocada la luz cenital, justamente, sobre el socio excluido del posible pacto. Y de golpe, entró la claridad.
La claridad de lo inesperado en un escenario lleno de poses y papeles aprendidos.
Casualidad o no, como decía Umberto Ecco que “El arte sólo ofrece alternativas a quien no es prisionero de los medios masivos de comunicación”.
Después de hacer sombra a las mismísimas estatuillas doradas de los premios de la academia americana el cine, más conocidas como Oscars. Y en la misma semana…
Los besos merecen ser #TM (Tendencia Meridian). Al menos por esta vez. Siempre, en realidad.