Ángel Sánchez Premio Canarias de Literatura
El Juan Rulfo canario es el único capaz de recrear y arrojar luz sobre ese mundo que se presiente cerrado, entregado al costumbrismo y la tradición. El Gobierno galardona también a 'Los Gofiones' y al deportista Sergio Rodríguez
Ángel Sánchez se alza con el Premio Canarias de Literatura que otorga el Gobierno autónomo, en una trayectoria de homenajes y reconocimientos que se vienen sucediendo en el último año.
En 2017, el Cabildo GC le concedió el máximo reconocimiento y también el pasado año se incorporó a la Academia Canaria de la Lengua.
Sánchez, uno de los grandes de la filología española, reivindica el “dialecto canario” como símbolo de unidad de una “etnia” localizada y arraigada en las Islas.
Ángel Sánchez, nacido en Gáldar en 1943, profundiza en conceptos como la neolingüística vinculada al territorio, costumbres y tradiciones.
Ángel Sánchez ha sido siempre un férreo defensor del “dialecto canario“. “Todo lo que concierne a la lingüística repercute en la antropología“.
El idioma de los isleños es una tangente de la acción política de Coalición Canaria que apenas ha sido explotada en casi 30 años de gobierno nacionalista.
Además de Sánchez, el Gobierno premió al grupo Los Gofiones (Cultura Popular) y al deportista Sergio Rodríguez, de baloncesto.
Espiral21 publicó el 23 de abril de 2017 un artículo sobre la trayectoria de Ángel Sánchez, del que ofrecemos un extracto.
Confrontar arte y realidad, en el tiempo y en el espacio, compartiendo espacio y tiempo con Ángel Sánchez, el único poeta visual de Canarias, es siempre detener el reloj con las manecillas marcando arte y realidad a un tiempo.
Auténtico pozo de sabiduría, Ángel Sánchez es casi un oráculo. De modo que cuesta ceñirse sólo a un tema. No te deja, sin más. Es cuántico… Para cuando formula una idea, ya está en la post-reflexión. Y, seguramente, lo llevará hasta un recuerdo de su estancia en París.
Todo ello sin perder el horizonte de la impresionante vista que tiene desde su estudio-biblioteca en Valleseco. “Cada cual atrapa su shadow”, dice, mientras consigue que el intercambio de impresiones, que persigue extraer su ‘savia’, se convierta en lo que él llama “una degustación léxica”.
Amante de la escritura en soledad y, más aún, de la oralidad en compañía. Representa, sin duda, ese fenómeno de la memoria visual como verdadero hilo narrativo, más allá de la historia.
Flota en su mirada todo lo no-dicho por el lenguaje. Etnolingüista y semiólogo, el profesor que es el escritor Ángel Sánchez, esconde, en realidad, al alumno aventajado de la vida.
Alimentado por una insaciable curiosidad por todo, maldice el cronógrafo del tiempo que pesa sobre sus años. Y es que Ángel hasta el maldecir lo hace gráficamente. Hasta cuando se trata de registrar el tiempo, sobre todo ése, que se escapa imparable.
Y conversando, él mismo evoca a Juan Rulfo, el escritor hispanoamericano que supo narrar la singularidad de la idiosincrasia mexicana. Se diría que este galdense es el ‘Rulfo’ canario, capaz de recrear y arrojar luz sobre ese mundo que se presiente cerrado, entregado al costumbrismo y la tradición.
Esa realidad, que persiste aferrado a la raíz de sus dichos, a la solana de sus charlas y a las reglas de sus velatorios. Palabras heredadas y tensión escondida, siempre. Los atavismos de la culpa, los padres y el primer/a novio/a.
Toda una experiencia humana de sus memorias. Información visual extraída y trasladada a sus propias obras. Sencillo simbolismo que me recuerda al poema visual de ‘Volviendo al mar’, del mismo Ángel Sánchez.
“Me considero un interclasista de corazón”, afirma mirándote a los ojos. Intensamente. Y al cruzar nuestras miradas, siento que Ángel sería capaz de descodificar cualquier mensaje en cualquier instante emocional. Percibo el reencuentro y entro en el símbolo. (Como en la ‘teoría del espejo’ de Lacan).
De repente, con la caída de la tarde y esa niebla que se posa para mantener vivo el barranco, descubro que los artistas que cuelgan de las paredes jamás guardan silencio. Permanecen atentos, siempre.