800 años de resistencia de los Franciscanos para asistir a los peregrinos
Se cumplen 8 siglos de la llegada de Francisco de Asís. Los lugares santos siguen envueltos en el evento irrepetible de la Resurrección de Cristo
800 años de los Franciscanos en Tierra Santa prueban una gran resistencia espiritual y humana para conservar el testimonio cristiano desde el inicio hasta el final de los tiempos.
8 siglos desde la llegada de Francisco de Asís a Jerusalén, los lugares santos siguen envueltos hoy en el evento extraordinario, irrepetible y único de la historia humana: la Resurrección de Cristo.
Si el ángel Gabriel fue con la Anunciación el portador de la primera gran noticia del mundo periodístico, la Resurrección es el dato central del cristianismo y sobre ese eje giran las peregrinaciones a Tierra Santa desde que los Franciscanos lograron la bula papal en el siglo XIV que les otorgaba el título de custodios.
Desde entonces, los Franciscanos han sido actores de acontecimientos decisivos, adaptándose a un medio hostil pero esperanzador porque la Resurrección de Cristo es también un acontecimiento histórico, porque sucedió y porque existen signos que lo prueban, como el Sepulcro vacío y las apariciones del Cristo resucitado.
Benedicto XVI resuelve la verdad histórica de la Resurrección de Cristo. En la catequesis del miércoles 26 de marzo de 2008, afirmó: “La Resurrección está ampliamente documentada, aunque hoy, como en el pasado, no hace falta quien en maneras diversas la pone en duda o incluso la niega”.
Los peregrinos dan fe de esas pruebas en los viajes programados desde Europa. Solo en España figuran al menos 7 touroperadores especializados en Tierra Santa. En todos, los organizadores emplean a franciscanos graduados en teología y arqueología bíblica.
La visita principal de Tierra Santa en la búsqueda de pruebas se halla en el el epicentro de la Fe: el santo sepulcro. Se trata de una pequeñita capilla (del Ángel) en la que apenas caben 9 personas que da paso a otro diminuto espacio que cubre las rocas de la Resurrección
El edículo
El santo sepulcro forma parte de una estructura llamada edículo (restaurada en 2016), que preservan los ortodoxos griegos tras el reparto otomano (turcos) de los santos lugares en el siglo XIX. La parte trasera de ese edículo y desde el que se pueden tocar en cuclillas y extendiendo la mano las piedras santas, corresponde a los costos En este caso, los franciscanos, como congregación católica, quedó discriminada como los armenios en el acceso al edículo.
Tras disputas de décadas en la que llegaron a las manos, las 4 grandes corrientes cristianas conviven en el interior de la basílica. Eso sí, oír misa en el interior del edículo obliga a madrugar a las 5 de la mañana y probar suerte. El resto del día se reserva para el tránsito de peregrinos y para los oficios griegos.
¿Tiene valor el sepulcro vacío? Según los teólogos consultados por Espiral21, ”no es en sí una prueba directa porque nadie lo vio, ni asistió al hecho, ni lo fotografió con un móvil, pero la ausencia del cuerpo de Cristo constituye para todos los cristianos un signo esencial. Es un misterio de Fe que trasciende y supera la misma historia y sus apariciones posteriores están bien documentadas en los Evangelios, los Hechos y las Cartas de los Apóstoles. Son todas concordantes”.
Artemio Vítores, franciscano español con 50 años de permanencia en Tierra Santa (hoy destinado a Belén), es contundente: “Marcos nos dice que vayamos por todo el mundo proclamando la Buena Nueva a toda la creación. Hoy, los peregrinos que vienen a Tierra Santa escriben el quinto de los Evangelios”.
Tras su Resurrección, Jesús devuelve la pelota a sus apóstoles: “Vayan y hagan discípulos a todos, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”.

Santo Sepulcro, con las 2 puertas; una abierta y otra cerrada por los musulmanes. (Foto Nadia Jiménez Castro).
En el Santo Sepulcro cuesta abstraerse por el trasiego de turistas y peregrinos, pero unos segundos de recogimiento, durante la cola, sirven para testimoniar que la Resurrección no es la reanimación de un cadáver, como le ocurrió a a la hija de Jairo o a Lázaro, dos personas bendecidas por un milagro que volvían a su vida terrenal ordinaria. Cristo, en cambio, pasa del estado de muerte a otra vida más allá del tiempo y del espacio. Por eso, San Pablo nos dice: “Cristo es el hombre celestial”.
La Ciudad Vieja de Jerusalén, en la que se encuentra el Santo Sepulcro, está fragmentada en 3 grandes áreas: cristiana (católicos y armenios), judía y musulmana. Sobre ese mapa se condensan los conflictos y las rencillas permanentes.
Vía Dolorosa tomada por árabes
Los judíos ortodoxos han impuesto el cierre de comercios a partir de la tarde del viernes para honrar el Sabath, con perjuicio para los comercios árabes que se nutren de visitantes. Pero son esos árabes (que practican el Islam y, en menor medida, el cristianismo) los que, con un apetito insaciable, se han comido literalmente la Vía Dolorosa, incomodando a los peregrinos con camisetas de Messi y souvenirs fabricados en China cuando se camina el Vía Crucis. Las estaciones 6 y 7 se convierten en un duelo tan desagradable como decadente.
Hace 2.000 años Jesús echó a los comerciantes del Templo. Hoy la Custodia y el Vaticano están tardando en ordenar el recorrido del Via Crucis.
Debido al egoísmo árabe, el ascenso al Santo Sepulcro por la Vía Dolorosa es preferible en el silencio de la madrugada. Es la mejor manera de alcanzar la meta. Como dijo Melitón de Sardes, santo del siglo II: “La Resurrección de Cristo nos hace pasar de la esclavitud a la libertad, de la tristeza al gozo, del luto a la fiesta y de las tinieblas a la luz”.
Sin embargo, los cristianos no han conseguido tampoco ponerse de acuerdo para rehabilitar los lugares santos de Jerusalén, salvo el edículo y la iglesia de Belén. “Un día, Dios nos castigará por enemistarnos”, comentan entre bromas algunos franciscanos.
Hoy, la población cristiana no llega al 2% de los 9 millones de personas que viven en Israel, de los que 7 millones son hebreos y 2 millones árabes. Durante el protectorado inglés, superaba el 30%.
Los Franciscanos “continuaremos, somos los custodios, aunque nos quedemos solos”.
Los Franciscanos son responsables de 49 lugares bíblicos en Israel, Palestina, Jordania, Egipto, Siria, Líbano, Chipre y Rodas.
Según la revista Tierra Santa, los Franciscanos desarrollan su actividad pastoral en 23 parroquias y 79 iglesias y capillas con 280 frailes de 42 naciones.
(Próximo capítulo, Diario de Tierra Santa, ‘Nazareth, ciudad de la Virgen, hoy mayoría musulmana’).