72 horas para elegir al consejero de Sanidad
No es el título de una película pero la elección del nuevo consejero de Sanidad se fraguó en 72 horas después de que Sebastián Franquis, renunciara al cargo el jueves 11 de junio de 2020, para continuar más agazapado en Obras Públicas, una cartera que no roba tanto tiempo de comparecencia parlamentaria, posiblemente, la tarea más ingrata de todo político que se precie.
Franquis se erigió en una de las opciones más fáciles para el puzzle de Ángel Víctor Torres en Sanidad tras el fiasco de Teresa Cruz y la posterior dimisión de María José Guerra (cantada) en Educación.
Al presidente le resultaba más factible colocar a alguien de su confianza en Sanidad que dejar el cargo a un experimento con gaseosa al albur del PSOE de Tenerife.
Pero Franquis, que prefiere moverse como pez en el agua en las trincheras del partido, rehusó la oferta y Torres volvió a la casilla de salida.
Días antes del jueves 11, hubo una comida auspiciada por Jerónimo Saavedra para dar su punto de vista a la reconfiguración del Gobierno.
Nada o casi nada trascendió de ese almuerzo, salvo que sirvió para que Torres dispusiera de un plan b.
El PSOE de Tenerife lanzó sin convicción a 2 candidatas para Educación y Sanidad como si de una ruleta rusa se tratara. A la presidencia no le convenció y tiró de banquillo: Manuela Armas para Educación y Blas Trujillo para Sanidad.
Una vez confirmado este viernes, 19 de junio, el fichaje de Trujillo fue aplaudido por Julio Pérez, Blas Acosta, Casimiro Curbelo y un largo etcétera de la guardia espartana que piensa mientras los demás hablan (o duermen). Y lo mismo para Manuela Armas, por su experiencia y dedicación.