#25N Ni una menos
Y así hay que llamarlos: Maltratadores. Porque es lo que son. Y no valen otros subterfugios ‘intrafamiliares’. No a estas alturas. No cuando el Convenio de Estambul (2011) recoge la propia agravante de género, aunque aún se use en un tercio sólo de los casos. Ya son 52 las víctimas de 2019 tras el suceso este lunes en Tenerife
#25N. Decía Platón que “conocer es recordar”… Son 1.028, que sepamos, pues es el número que consta desde que hay registro, tan sólo desde entonces y sólo desde entonces.
Tan sólo pues, que se sepa. Porque la vida siguió sin ellas. Nadie más las vio. Pero no por ello habitan en el olvido. No hay olvido. Y no lo hay pese a que surjan nuevas fuerzas políticas que abogan por la invisibilización.
De nuevo. Y 15 años después de que se aprobara por unanimidad la Ley Orgánica 1/2004 de 28 de diciembre, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género, quiere Vox cortar el ‘hilo de Ariadna’.
Cuando tanto se ha avanzado en la visibilidad de un problema que no es ‘de dormitorio’, sino cuestión de Estado. Cuando tanto se ha asumido en el apoyo y acompañamiento social a las víctimas de violencia machista.
Eso sí, a las que sobreviven, claro. En la lista de este año que va tocando a su fin ya faltan los nombres de otras 52 (este lunes falleció en Tenerife una nueva víctima a manos de su pareja). Pero aún no ha llegado el 31 de diciembre.
Cuando queda tanto por hacer en la ejecución de ese necesario Pacto de Estado, Vox presenta la primera moción de censura contra la ley de violencia de género, en el Ayuntamiento de Murcia.
Cuando aún toca seguir trabajando para que se retire la patria potestad a los asesinos, o simplemente, a los condenados por un acto de violencia. Porque aún hay jueces que no se mentalizan de que un maltratador no puede ser un buen padre.
Todavía quedan cuentan pendientes como para permitirnos ‘veleidades políticas’ que perviertan la sociedad democrática desde las propias bases de nuestra democracia… ¡Así no, Vox! Porque nuestra voz sigue adelante, como la vida.
En estos momentos hay 30.000 mujeres con vigilancia policial como víctimas de la violencia machista en todo el país. Y 28.000 hombres fueron condenados por violencia de género en 2018, es decir, señalados por las instituciones de Justicia como ‘maltratadores’.
Y así hay que llamarlos: Maltratadores. Porque es lo que son. Y no valen otros subterfugios ‘intrafamiliares’. No a estas alturas. No cuando el Convenio de Estambul (2011) recoge la propia agravante de género, aunque aún se use en un tercio sólo de los casos.
“Las mujeres y niñas están más expuestas que los hombres a un riesgo elevado de violencia basada en el género”.
Decía Benedetti “Me jode confesarlo, pero la vida es también un bandoneón”. Y, en efecto, confirmar que ello es cierto y que la vida no avisa, que sus idas y venidas ayer fueron alegres y hoy son tristes, no me inquieta.
No deja de ser otro síntoma más de que aquí seguimos respirando y con el corazón latiendo. (Afortunadamente. Unas por amor, y otros, no se sabe bien por qué o con que ‘vox’).
Pero lo realmente doloroso es descubrir que el bandoneón pueda seguir en aquellas mismas manos de 15 años atrás. Y atestiguar de nuevo que, una vez más, el secuestro de la libertad en esta tierra revalide impunemente un machismo que avanza soterrado y silencioso…
Me inquieta. Porque nos queremos vivas y ni una menos (#VivasNosQueremos #NiUnaMenos).