Y Rusia creyó asesinar la música… Yuri Kerpatenko
El director de la Orquesta Filarmónica de Jerson (Ucrania) fue acribillado a tiros delante de la puerta de su casa por negarse a participar en una fanfarria del Ejército ruso
La vejez, la pobreza… No, esta vez, no. Es la guerra la que los vuelve invisibles esta vez. Pero existen. Al menos, mientras alguien los recuerda. Y los recordamos, a todos, desde la madrugada del pasado 24 de febrero de este caótico y tórrido 2022.
Se llamaba Yuri Kerpatenko y era el director de la Orquesta Filarmónica de Jerson. Abrió la puerta cuando llamaron a ella, sin más, como mismo haríamos cualquiera de nosotros. Si nuestras ciudades no hubieran sido invadidas, claro.
Las fuerzas de ocupación (esto es, el ejército ruso), pues a las cosas hay que llamarlas por su nombre, organizaron un concierto para “mostrar la mejora de la vida cívica”.
La mejora de la vida cívica allí donde la vida misma ha sido esquilmada. Sometida, humillada y violentada hasta acabar con ella. Allí donde los civiles han perdido sus sueños sepultados bajo el frío, el hambre y el miedo.
Allí donde las fosas comunes delatan las atrocidades de una guerra con la que un día se despertaron. Allí, insisto, querían que Yuri Kerpatenko tocara para celebrar la vida. Negarse a ello le costó la suya.
Y ésos, y no otros, son los tiempos que vivimos. Unos en los que el director del Teatro de Música y Arte Dramático Mikola Kulish de Jersón, Ucrania, es brutalmente asesinado a tiros en su propia casa, delante de los suyos y tras el umbral de su hogar.
Yuri Kerpatenko aún llevaba la cara pintada de color esperanza, como tantos otros en Ucrania. Sabía Yuri Kerpatenko además que las artes son siempre una forma de sueño, como decía Borges.
Por y para la música en esa ciudad del sur de Ucrania desde 2004, en una región que acaba de ser anexionada irregularmente por Rusia, tras haberla ocupado de las primeras en los inicios de esta guerra (el pasado 2 de marzo).
Yuri Kerpatenko se negó a tocar una ‘fanfarria’ porque lo de él era la música. Y la vida. El arte y no la mascarada, la verdad y no la farsa. Ejecutado por las nuevas autoridades rusas por concelebrar “el restablecimiento de la paz”, ha podido saberse ahora gracias a la información facilitada por la periodista Olena Vanina al Ministerio de Cultura ucraniano.
Dos semanas más tarde del infame ‘no concierto’. No se sabe bien qué palabra chirría más. Yuri Kerpatenko se había negado a abandonar su ciudad. Su patria y su identidad. Pero qué sabe la guerra de sueños si nos vuelve invisibles… Slava Ucraina