Por unas pensiones dignas
Hoy, sus hijos, hemos disfrutado gracias a ellos el vivir en un régimen democrático con educación universal, servicios sanitarios de calidad, protección laboral con el estatuto de los trabajadores, acceso a la cultura, modernización de las infraestructuras y un largo etcétera
“Por unas pensiones dignas“ fue el grito que miles y miles de jubilados dieron en las principales ciudades del territorio nacional. Este colectivo, que en principio es un importante nicho en votos del Partido Popular, no pudo más al recibir una carta que aparte de manifestar los logros del Gobierno y el esfuerzo realizado, han revalorizado, otro año más, las pensiones el 0.25%. ¿Están de coña?, pensaron.
En muchísimos casos costó más la carta y el envío que la subida en sí. Nuestros mayores salieron a la calle, ellos que llevaban callados desde que se estableció el Pacto de Toledo, el de verdad, el que se propuso mantener el nivel de las pensiones igualándolo a la subida del IPC anual. Aquel, que acordó el ingreso por parte de los sucesivos gobiernos, fueran del color que fueran que se reservaran anualmente más de 1.500 millones para crear un Fondo de Garantía para que nuestros jubilados no sufrieran los vaivenes de la economía.
Los jubilados estaban relajados, callados, silenciosos y con algo de miedo. Miedo, porque se les había inculcado que cualquier otro partido que no fuera el popular mandaría las pensiones al traste. Que la bajaría. O peor aún que se la quitarían.
Admito que viendo las imágenes por televisión, primero sentí pena. Pena, al ver a nuestros mayores gritando las consignas, protestando ante los medios de comunicación, quemando cartas, otros con algún forcejeo con las fuerzas de seguridad, etc. En fin, lo que se hace en toda manifestación que se precie.
Luego fue orgullo al ver que todavía, a pesar del paso de los años, se revuelven y luchan por lo que consideran suyo y justo, no importa la edad ni los años.
Al final, ya no estaba sorprendido y solo pensaba que era un estúpido. Esa generación había llevado al país de la dictadura a la democracia, fortaleció el sistema económico logrando el estado del bienestar y nos igualó a nuestros vecinos europeos.
Hoy, sus hijos, hemos disfrutado gracias a ellos el vivir en un régimen democrático con educación universal, servicios sanitarios de calidad, protección laboral con el estatuto de los trabajadores, acceso a la cultura, modernización de las infraestructuras y un largo etcétera.
Después de todo eso y cuando estaban relajados y disfrutando de lo sembrado a lo largo de su vida laboral, viene la crisis económica del 2008. No es la primera para ellos. Ya se han comido unas cuantas. Pero vuelven a recogerse las mangas y se convierten en pilares sociales y económicos fundamentales de esta nueva situación, asumiendo tareas de padres con sus nietos. Ya no hay para las actividades extraescolares ni para el comedor escolar. Ahora sus hijos vuelve a casa golpeados por el paro, algunos retornan con su pareja e hijos.
A estos superhéroes el Gobierno les dice que después de todo ese esfuerzo no hay dinero para que sus pensiones suban lo mismo que el nivel de vida. Es decir, que se lo han gastado en ayudar con 80.000 millones de euros a la banca y que no piensan devolver. Otras cantidades en corrupción, evasión fiscal y rescate de autopistas entre otras cosas.
La pasada semana los jubilados españoles han vuelto a levantar sus voces como en sus mejores tiempos. Saben que son decisivos en unas elecciones y que este retiro político-ideológico de los últimos años ha terminado. Han vuelto para quedarse y saben que pueden hacer mucho daño.
Los jubilados han vuelto,agüita. Que se preparen