Una ocasión para resucitar la Mediana
La postura de acercamiento de la jefa de la diplomacia española, avalada por una declaración de su homólogo alauita, Naser Burita, serena algo los ánimos de la política canaria, pero no ha de entenderse como una debilidad sino como una fortaleza para abrir un camino de diálogo
El conflicto de intereses soberanos entre España y Marruecos abre un hilo de esperanza para resucitar la Mediana que separa a Canarias de la cornisa occidental africana.
Casi 30 años después de que la Comunidad autónoma diera los primeros pasos para fijar un línea fronteriza sobre el mar, la controversia de las aguas vuelve a estar sobre la mesa de los 2 Estados.
Marruecos ha querido anticiparse a la visita, este viernes 24 de enero de 2020, de la ministra española de Exteriores, Arancha González Laya, desviando quizá la atención sobre otros asuntos de mayor sensibilidad política, como la emigración irregular, el terrorismo yihadista, Ceuta y Melilla y, cómo no, El Sáhara Occidental, la pesadilla perenne del Magreb.
Promover 2 leyes trazando líneas virtuales sobre un mapa no deja de ser una majadería frente a las obligaciones el Derecho Internacional y la Carta del Mar de Naciones Unidas, pero Marruecos es un cooperante imprescindible para la estabilidad social y económica de España, de ahí que convenga filtrar el ruido que acompaña a Canarias cada vez que el Gobierno de Rabat (y por extensión la Casa Real marroquí) da un paso para dejarse oir.
La reacción unánime de los grupos políticos en el Parlamento regional, oponiéndose a la propuesta marroquí, resultó decisiva para que el presidente autonómico, Ángel Víctor Torres, entrara con más fuerza en el Ministerio de Asuntos Exteriores.
La ministra de Exteriores colgó varios tuits en su cuenta personal, desde Jerusalén, garantizando que Marruecos cumplirá con el ordenamiento y negociará de mutuo acuerdo cualquier iniciativa vinculada a las aguas.
La postura de acercamiento de la jefa de la diplomacia española, avalada por una declaración de su homólogo alauita, Naser Burita, serena algo los ánimos de la política canaria, pero no ha de entenderse como una debilidad sino como una fortaleza para abrir un camino de diálogo, interrumpido hace 30 años, para que Canarias delimite de una vez por todas sus aguas sin riesgo a las sacudidas de la geoestrategia en un área de riesgo como es el Magreb y los países occidentales que miran a las Islas.
Quizás, entonces, el rifirrafe de este comienzo de 2020 haya servido de mucho.