Ucrania en una carpeta llena de arte
#UnaMañanaDeSol episodio 5. Olesya Lylak buscó dos soles en dos tierras distintas, pero un mismo cielo, sin duda. Un cielo que inspiró a un hombre cuando lo vio tornarse de color naranja, 100 días atrás
#UnaMañanaDeSol y Olesya Lylak buscó dos soles en dos tierras distintas, pero un mismo cielo, sin duda. Un cielo que inspiró a un hombre cuando lo vio tornarse de color naranja, 100 días atrás.
Y luego gris, el mismo cielo, una mañana de sábado ya comenzada la guerra. Entre el naranja y el gris había anidado la tristeza. Otra vez el corazón de Europa, errático y despechado, deglutía imágenes a golpe de canal. Lo mismo de un volcán que de una guerra.
Pero quien salva una vida, salva al mundo. Y ese mismo hombre derramó una lágrima azul y amarilla aquella fría mañana de sábado, cuando se encontró con los primeros ucranianos y ucranianas que acudieron a la plaza fijada para el encuentro.
Diría que, más allá de los rostros tristes y narices frías de aquel sábado de comienzos de marzo, el mismo hombre halló dos soles y pensó en una sola tierra. Se imprimó de azul y amarillo, porque su corazón era limpio y no erraba. Nunca.
Tuvo una idea, pero sobre todo, la voluntad de cambiar el color del cielo. Y sólo entonces, cinco artistas cerraron el puño para luego abrir su paleta de colores, y sólo así alzar su voz desde una tierra distinta pero con dos soles.
Cuatro hombres y una mujer, artistas todos, rescataron de azul y amarillo la voluntad de cambio para salvar al mundo. Pues fuera de los márgenes de las cinco obras de esta carpeta, se cernía el abismo. Pero dentro, se abría una ventana.
Aquella Plaza de la Feria, sin salir de Las Palmas, se convirtió en todo un viaje de ida y vuelta a Ucrania, al horror de la guerra y al miedo. Pero trajo con él todos los amarillos que me vienen a la memoria.
Sí, todos. Lo mismo los de los lienzos de Van Gogh que los de los poemas de Cesare Pavese. Y el azul de la flor de Fernando Álamo, el hombre que se conmovió ante aquel cielo naranja y el artista que derramó lágrimas amarillas, el mismo que vio girasoles en los ojos de Olesya, y tierras distintas en la obra de otros cuatro artistas.
Pensó en Ucrania la noche de aquella fría mañana, y llamó a Paco Sánchez, que al instante abrazó la idea, y su corazón encogido de tanto llanto pensó en el blanco y negro de otros tiempos. Porque no podía estar pasando otra vez.
Y después vino Pepe Dámaso, que sintió la necesidad del color como una alegría vital para quienes sufrían. Se sumaron Cristino de Vera y Maribel Nazco, Premios Canarias de Bellas Artes los cinco.
Cinco soles en una tierra solidaria que han hecho el viaje más largo de sus vidas, al sacar del horror a los niños enfermos de cáncer que vieron su cielo cubrirse de naranja durante la noche más larga.
La carpeta de cinco serigrafías se llama Ucrania y su horizonte, también, aunque haya quien quiera cambiarlo. Afortunadamente, queda quien quiere pintarlo. Azul y amarillo para que el viaje sea de ida y vuelta.
“Ama sin medida, sin límite, sin complejo, sin permiso, sin coraje, sin consejo, sin duda, sin precio, sin cura, sin nada. No tengas miedo de amar, verterás lágrimas con amor o sin él”… Cantaba Chavela Vargas, aunque el cielo cambiara de color. No se esconde una vela encendida. Slava Ucraini.