Ucrania bajo un cielo naranja (Slava Ucraini)
"Al igual que sucediera en la ex Yugoslavia, sus ciudadanos se acostaron como europeos escuchando las noticias sobre los Juegos de Invierno, y se levantaron en guerra"
Ucrania… Y bajé a la orilla. Esa misma mañana bajé hasta la orilla del mar. Necesitaba sentir la arena bajo mis pies y comprobar que el agua seguía ahí, llegando aún.
Se iba pero volvía. Y yo necesitaba esa certeza. Pero también ese lugar en el que ahogar tanta tristeza, que la ola se la llevara para no volver a traerla más. Regresó.
Iba y venía, estaba empapada de vida y más mojada de llanto que nunca. Yo aguardaba el cambio de colores al amanecer, en un cielo claro. Había escuchado el testimonio entre lágrimas de Natasha.
“El cielo está naranja”, sollozaba. “Y tenemos miedo”. El cielo era de color naranja desde hacía horas para ella. Los bombardeos sobre Ucrania no dejaban hueco para la luz. Tampoco para la esperanza.
El latido parece hacerse más lento, de manera sutil, no de repente. Para mí, claro, aquí en esta orilla. En la mirada de Natasha sí fue de repente. En la de ella y en la de todos los ucranianos.
Al igual que sucediera en la ex Yugoslavia, sus ciudadanos se acostaron como europeos escuchando las noticias sobre los Juegos de Invierno, y se levantaron en guerra.
A su puerta y en su calle. Al otro lado de su ventaba y con bombas sobre su ciudad. Y en su cielo, naranja. Putin toma sin más y parece que levantará otro de esos muros que guarece a la vergüenza internacional, sin señalarla.
Esas tapias apiladas con sangre que se erigen sobre tantos sueños rotos, al abrigo de tantos intereses encontrados. Porque, como pasa siempre, es quien ocupa quien levanta muros para mantenerse.
A veces no los ves. Pero sólo porque los sueños son libres, aunque el cielo sea naranja.
Slava Ucraini… Gloria a Ucrania.