Tesalónica, donde Aristóteles aún susurra
Ciudad de terrazas y ágoras, el segundo enclave de Grecia es una explosión de júbilo callejero que la convierte en una de las grandes de Europa. Su ubicación geográfica mirando al Egeo, como puente hacia Oriente Próximo, le confiere un don especial para combinar Historia con Modernidad
Tesalónica, ciudad de terrazas y de ‘ágoras’. Si pensabas que Rotterdam era una ciudad ‘trendy’… ¡Agárrate que vienen curvas! Y muchas. Después de sucumbir al flechazo italiano de Spoleto y a las vanguardias de Rotterdam, Tesalónica te ‘despeinará’ con su ambiente.
Y es que la ciudad que vio nacer a Aristóteles sigue practicando aquello de la vida de su sociedad a la luz pública. Calles, plazas, terrazas…muchísimas terrazas. Se diría que primero montan el espacio exterior y luego, nace un local a su albor.
Intacta todavía el ‘ágora de Aristotelous’, esto es, la plaza abierta al aire libre en la que Aristóteles disertaba y se dirigía al pueblo, es el verdadero germen de ese espíritu del tesalonicense.
Para qué negarlo, al caminar por su amplio terrero y comprobar su acústica (nadie se resiste a declamar allí mismo), se te ponen los pelos de punta al saber de tu propia coincidencia, en la variable espacio/tiempo, con tan brillante personaje de la historia universal.

Tesalónica rinde culto al gran Aristóteles en el bulevar que desemboca en el animado frente marítimo. (Foto Espiral21).
Decía Aristóteles, tras analizar hasta cien formas de gobierno, que la menos imperfecta era la Democracia. 2.400 Años después, constatas que no seríamos los mismos si Aristóteles no hubiera nacido.
Pero además, de no haberlo hecho en Tesalónica o Thessaloniki, como dicen los griegos, a buen seguro, nada habría sido igual ni para Europa ni para el mundo.
En ese anfiteatro del ágora, ese gran espacio público de debate, que Tesalónica conserva intacto, iniciamos nuestro paseo por la segunda ciudad en importancia de toda Grecia. (Nosotros la hemos seleccionado como ‘primera’ para nuestra escapada).

PUBLICIDAD: Ver sin conexión. Este servicio Movistar+ proporciona la posibilidad de descargarte el contenido de Movistar+ que te interese (programas, cine, serie…) y verlo sin conexión en cualquiera de tus dispositivos móviles. Ideal para los traslados en distancias largas (trenes, aviones…) y tiempos de espera. (Ver http://www.movistar.es/particulares/movistarplus/guia-rapida/ver-sin-conexion/ )
Desde el ágora, se divisa el paseo de Aristóteles, un largo bulevar comercial. Bastante largo, la verdad, atraviesa los ‘Baños árabes’ y la plaza que Tesalónica dedica a su político más importante, Venizelos, desde donde nacen todas las manifestaciones. (Luego hablaremos de lo ‘peculiares’ que son allá y de cuánto impresionan al más pintado si te pillan por medio).
El bulevar de Aristóteles desemboca en el mar, junto a una estatua suya que preside otra gran plaza que, como no, lleva su nombre. Desgastada por diferentes sitios, como si del San Pedro de una iglesia se tratara, pues soporta riadas de admiradores como ‘check-point’ obligado para tu particular tour fotográfico.

Tesalónica es el principal suministrador de fruta de los Balcanes y de Rusia. En la foto, puesto de sandías, con la autora del reportaje y el mejor guía de la ciudad, Lefteris. (Foto Espiral21).
Capital de la región griega de Macedonia, es una ciudad abierta al mar. (Todavía los griegos siguen preguntándose cómo es posible que de la ex-Yugoslavia haya nacido un país llamado ‘Macedonia’, que nada tiene que ver con su historia).
Si quieres ver a un tesalonicense realmente furioso, pregúntale por Macedonia. Pero procura hacerlo mientras te tomas un ‘café frappé’ (si tu escapada es con buen tiempo) o un buen ‘café griego’, si ya sopla el fresco invernal.
Te preguntarán con cuánto azúcar lo quieres y, siempre (siempre, te lo aseguro), sin importar dónde te lo tomes, lo acompañarán de un pequeño bizcocho, rosco, galleta o pastita dulce.
Una gentileza de la Casa, genuina de la hospitalidad griega, que completará tu experiencia del café y la tertulia griega. (Cuando te levantes de la mesa, quizá compruebes que transcurrieron al menos dos horas, así que te importará bien poco haber pagado 3 euros por un ‘frappé’ perfecto).

Tesalónica es la despensa de Grecia y eso se nota en su comida, con tradiciones, sabores y restaurantes con encanto. (Foto Creative Commons).
Podrás disfrutar de él en una de sus mil y una cafeterías con terraza, extendidas a lo largo de su maravilloso frente marítimo, donde la vista, embelesada, se pierde entregada a una odisea propia. Sin más héroes que los que tú decidas.
Ese seductor mar Egeo. De engañosa serenidad pero terribles tormentas, es un mar de pasión que tan pronto se te entrega al amor, que pasa al más mortífero odio. Y si no, que se lo pregunten al Ejército Persa mandado entonces por Jerjes, que sucumbió en el Paso de las Termópilas.
Patrimonio de la Humanidad, la riqueza de su historia queda patente en la variedad de épocas de sus monumentos, desde excavaciones romanas a iglesias bizantinas o fortificaciones otomanas como la ‘Torre Blanca’ (símbolo de Tesalónica), en el final de dicho paseo marítimo.
No en vano, pensemos en el irónico destino de esta riqueza histórica y de su devenir de mano en mano, que determinó que el ‘glorificado’ Atatürk, fundador de la patria turca…, naciera, en realidad, en una calle de Tesalónica, cuando la región aún no había sido recuperada por Grecia.

Tesalónica con Agia Sofia, epicentro del culto ortodoxo de la fe cristiana griega. (Foto Creative Commons).
Cuenta con la que parece ser la iglesia cristiana más antigua del mundo, ‘La Rotonda’ (Siglo IV). Y también fue destino de la mayor comunidad de judíos sefardíes que marcharon tras la expulsión de España por los reyes Católicos, hasta su aniquilación por parte de los nazis durante la Segunda Guerra Mundial (Una conmovedora escultura recuerda el asesinato público de muchos de ellos en un conocido parque).
Pero lo que sí se divisa con certeza, dejando ese mar a tu espalda, es que Tesalónica se divide claramente en dos: parte alta y parte baja, en este centro de amplias avenidas y plazas que hemos abordado primero (lleno de iglesias. Imprescindibles la Catedral Ortodoxa, Santa Sofía y la Iglesia de San Demetrio, mártir y Patrón de la ciudad).
Por lo que respecta a la parte alta, ‘Ano Poli’ en griego, es un conjunto empinado de pintorescas callejuelas con escaleras que suben y bajan hasta saciar tu curiosidad.
Resulta recomendable apostar por el número 50 de su línea de buses públicos (se le conoce como ‘el cultural’, para llegar hasta lo más alto de las antiguas murallas bizantinas y otomanas, abordadas en parte por la irreverencia de los ‘grafitis’ modernos, sin perderse el Monasterio Ortodoxo de Vlatadon en ‘las alturas’ de la ciudad.
El paseo marítimo jamás defrauda
Y así luego hacer la bajada a pie, literalmente hasta el mar…Si quisieras. Su vista al fondo, allá abajo, merece la pena cualquier cuesta. Garantizado. De este modo, volverás justo para el atardecer al paseo marítimo (Nikis), centro neurálgico de su trepidante ocio y vida nocturna.
Si dependiera de estas vistas, jamás te marcharías de Tesalónica…Escaparate de vida, su enorme recorrido tanto para peatones como para bicicletas (allí sí que caben todos por su amplitud), bulle de puestos ambulantes con roscas de pan o papas fritas, pero también de bisutería y otras cosas singulares.
Tropiezas con gente paseando lo mismo que con pescadores que ya empiezan a retirarse, porque los ‘barcos-discoteca’ espantan a los peces con su música, arriba y abajo, a lo largo de la orilla pero a media distancia en el mar.
La escultura de Alejandro Magno, imponente y punto fotográfico imprescindible…¡Cuántas sensaciones en tus recuerdos aprendidos y cuántas escenas de cine, también! Su Teatro Real, la sorprendente escultura moderna confeccionada a base de paraguas y el Puerto Deportivo…Los pies ya protestan a estas alturas del paseo.
Pero toca cenar y, a estas alturas, ya habrás comprobado que las raciones griegas en Tesalónica son…¡Pantagruélicas! Te recomiendo pedir ración siempre para compartir.
Por cierto, la visita al famoso Mercado Kapani, en el centro de la ciudad baja (cruce con la calle Ermou), lo dejarás para tu segundo día…En caso contrario, te será imposible cenar con todo lo que habrás ‘picoteado’.
Y es que, dividido incluso en calles en su interior, tiene de todo y se percibe ese cruce entre Oriente y Occidente que caracteriza a Grecia en general, y Tesalónica, en particular. Su gastronomía delata su pasado y su cultura.
(No puedes perderte ni sus aceitunas, sus bocadillos de pan pita ni su salchicha roja. Mención aparte merece su repostería…Te lleva a la confirmación de ese proverbio griego que dice; “Comenzar es la mitad de cualquier acción.”).
Tesalónica o Salónica, en el centro, rodeada por la historia que permitió construir los puentes entre Europa y Oriente Próximo. (Google Maps).
Imperdibles el ‘Tsoureki’ o pan dulce, que te encontrarás ya desde el desayuno, y el ‘Rebaní’…¡Qué delicia de sémola y miel! El mejor de toda Salónica lo encontrarás en Veroia, a las afueras de Tesalónica. Así saldrás para ver también la espectacular tumba de Filipo de Macedonia (El Gran Túmulo de Vergina. No podrás olvidarla). Y el Arco Galerio.
¡Pero volvamos a la cena! (Ya te lo habíamos advertido, meterse en el mercado era perderse en el tiempo como si hubiéramos caído cautivos de ‘Calipso’, la hija del Titán Atlas).
La vibrante vida nocturna de Tesalónica te atrapa al primer minuto. Y si en el mercado te creíste cautivo de Calipso, prepárate para la noche porque, llegado el caso, desearás que te secuestre en su isla de Ogigia (situada en el Mediterráneo, siempre según la mitología).
La alegría de los griegos y su mayor ‘bon vivant’, que dirían los franceses, hallan su máxima expresión en salir ‘de cena’ en Tesalónica. ¡Olvídate de todos los prejuicios y las informaciones de la ‘Troika’! Los ‘corralitos’ son sólo para la retirada de efectivo y por lo demás, como el pago con tarjetas, no hay límites.
Si no has ido al centelleante barrio de ‘Kalamariá’ y no has cenado en ‘Thalassa’…jamás entenderás a Aquiles. Te perderás para toda la eternidad y tus recuerdos se borrarán ‘como lágrimas en la lluvia’ (Blade Runner).
No hay palabras…Sólo un misterioso e inolvidable entrante frío a base de ‘mousse‘ de huevas de erizo…Entre otras muchas cosas más.
Pero siempre, mirando al mar, que también susurra…
[youtube v=”VNIl6ewTYsc”]
Por último, queremos al final de cada artículo ir enlazando cada una de las 12 ciudades que Nadia te presentará a lo largo de la serie de 12 reportajes:
0. Presentación (visita Escápate conmigo, 12 destinos, 12 experiencias.)
1. Spoleto (visita Spoleto, Joya oculta del medievo italiano.)
2. Rotterdam (visita Rotterdam, de ajetreado puerto a ciudad ‘trendy’.)
3. Tesalónica (visita Tesalónica, donde Aristóteles aún susurra.)
4. Estambul (visita Estambul, cambia de continente sin salir de la ciudad).
5. Kioto (visita Kyoto, donde hallar el Cielo en la Tierra).
6. Nueva York-Brooklyn (visita Brooklyn, el tesoro escondido de Nueva York).
7. Río de Janeiro (visita Río de Janeiro lienzo de mil colores).
8. Marsella (visita Marsella, que el mar te guarde).
9. Lisboa (visita Lisboa, adonde el Cristo mira).
10. Sevilla (visita Sevilla para herir, decía Lorca. Para sentir, siempre.).
11. Tel Aviv (visita Tel Aviv, la gran Manzana del Mediterráneo).
12. Dubrovnik (visita Dubrovnik, de torre a torre y tiro porque me toca).
Asómate a la mirada escondida en cada uno de sus relatos, recuerda que esta serie la publicaremos regularmente gracias al patrocinio de Telefónica Movistar Cloud.
[youtube v=”V4yPNhucrbQ”]
Movistar Cloud: “Guárdalo todo. Comparte lo que quieras”. Guarda todos tus contenidos en la nube de manera segura. Disfruta de tus fotos, vídeos, música y documentos desde cualquier dispositivo en cualquier momento. Visualiza tus fotos y vídeos de Facebook o tus archivos de otras nubes de manera inmediata. Comparte tus fotos o vídeos por email o redes sociales.