Sátira de la Crucifixión más allá de la plaza San Marcos
#DesdeMiVentanaVerde, episodio 2. La autora sigue en Venecia antes de asistir a un último descubrimiento: un mural sobre el descendimiento de Jesús, cómplice del consumismo, en medio de la terraza de un restaurante, que bien pudo pintar Banksy
#DesdeMiVentanaVerde me paso al otro lado, pues no tiene otra la vida que descubrir a qué sabe, cada vez. Y me quedo aquella mirada verde para darle forma al resto y agarrar su impulso.
A veces, es sólo una imagen la que da pie, como la poesía leída en la intimidad…
Y como si Coccolone supiera en las fechas en las que nos adentrábamos, cada vez más temprano, me guió hasta otro sitio imposible. Recóndito, que me recordó a aquella serigrafía de Banksy de 2004, su ‘Consumer Cristo’.
Toda una sátira de lo distorsionada que entendemos ya la Navidad, transformando la gratitud en el consumo desenfrenado. De sus brazos crucificados, en vez de clavos, cuelgan bolsas de compras. Un Cristo comercializado, como la Navidad.

Gondoleros con turistas y acordeón incluido, junto a la parada más concurrida de San Marcos, junto al Hard Rock Café. (Foto E21).
Un Jesús cómplice del consumismo más feroz de todo el año, que empieza en el ‘black friday’ (que ya va camino de las dos semanas, casi), y se prolonga hasta el fin de la Navidad.
Y así, de este modo, Banksy nos llevó del Jesucristo de la misericordia al de la glotonería en un edición de tirada única de 82 copias. que no se han vuelto a reproducir más.
Y en la que eliminó la cruz, pues ésa ya la renovamos nosotros mismos, año tras año, con la sinrazón enferma de saciedad mientras damos palmas con cada encendido.
A cada cual más megalómano e insaciable de bombillas (Pero carentes de la Luz). Mientras, Ucrania se apaga día a día y combate el frío a oscuras.

Plaza de San Marcos, una de las más famosas del mundo, con la autora, en un gesto de júbilo. (Foto E21).
Creo que cuando la estupidez da la espalda al arte, o bien lo vandaliza o bien, lo ignora, sin más… Dejándonos a oscuras. Y creo también que por eso mismo, al cruzar nuestras miradas en la punta de la Dogana, Coccolone supo que debía mostrarme algo más antes de partir de Venecia.
Un poco de esperanza ante ese tipo de desaliento que surge por la voracidad. Y de aquellas bolsa cargadas de juguetes y bastones de azúcar, goteaban gotas de tinta, como si fueran de sangre.
Antes de que nadie más descendiera al infierno, enredada en los callejones a su capricho, siguiendo las pequeñas huellas de cuatro patas, me encontré con otro ‘Descendimiento’. Y si fuera de Banksy…
¿Por qué no? Este artista de la nocturnidad y alteración del orden en formato Arte, a veces, no reivindica su firma. Ya lo hace su obra. Así que quizá, sólo quizá, el turno de la reivindicación nos toque a nosotros.
En la pared desconchada del rincón sin salida de aquel recoveco más allá de la Plaza San Marcos, y también de la ‘Salizada de San Moisés’… Confrontado con un restaurante que había colapsado por completo el espacio con su terraza, estaba él.
Lo bajaban de la cruz, una no real, que no está porque ya ni la vemos. En una de sus manos, una sola bolsa de plástico verde. ¿Con sus pertenencias, quizá?
Lo reciben tres operarios cuando sale de lo más negro del fondo. Uno que se oculta tras su brazo vació, y dos con gorro, que lo mismo podrían ser estibadores portuarios que dos ‘sin techo’.
Claro que todos podrían, simplemente, ser trabajadores de una mudanza. Pero la escena no te pasa inadvertida y la necesidad de un cambio de planteamiento, tampoco.
Coccolone se encogió temeroso y se escondió bajo una de las tantas sillas vacías que aguardaban, hambrientas de más. Cerró los ojos para no ver cómo acababa aquel ‘Descendimiento’.
Para él no había diferencia alguna entre la vida y el arte (Y menos, el callejero). Para mí, tampoco. Saqué una foto para robar el momento, no fuera a ser que aquella terraza creciera aún más hasta tapar tanta crucifixión.
Dice Banksy que “los mayores crímenes del mundo no son cometidos por las personas que violan las reglas, sino por las personas que las siguen. Son los individuos que siguen órdenes quienes sueltan las bombas y masacran aldeas”.
Y si este grafiti también fuera de Banksy… Pero, de verdad, ¿te lo tiene que decir alguien como él para que lo entiendas de una vez por todas?
Para seguir leyendo:
Episodio 1. Gueto judío de Venecia, en el verde de la memoria.