Río de Janeiro lienzo de mil colores
El secreto de la capital carioca no es otro que su gente. Sin duda, su mayor tesoro… Y es que al brasileño le importa absolutamente todo, lo vive todo intensamente. Pero al mismo tiempo, no le importa absolutamente nada
Río de Janeiro es pintar de infinitos colores tu viaje, incluso de aquellos que ni conocías. Desde luego, se trata de un reto a la imaginación venir desde los ‘graffitis’ de Brooklyn hasta Río de Janeiro. Y el camino es el color.
La diversidad y riqueza de Brasil son tales, que el diccionario de no importa qué idioma se quedaría sin adjetivos, te lo aseguro. Y sin tinta, más allá de cualquier arcoíris.
El secreto no es otro que su gente. Sin duda, su mayor tesoro… Y es que al brasileño le importa absolutamente todo, lo vive todo intensamente. Pero al mismo tiempo, no le importa absolutamente nada.
¿Es ello posible? Rotundamente, sí. Es decir, se entrega a cada cosa, hasta la más pequeña y cotidiana, con la misma pasión. Aunque no deja que ese sentimiento de entrega lo someta bajo el imperio del tiempo.
Hallaron la clave para el equilibrio perfecto de la felicidad sin condiciones. Y el ‘carioca’ o brasileño de Río (‘Jío’, con la jota muy suave, tal y cómo la pronuncian ellos), es el mejor ejemplo.
Y eso que la cuarta parte de los habitantes de Río de Janeiro viven en las favelas, escalonadas como pueden en los altos cerros que rodean esta maravillosa perla, en la que todos encuentran su lugar. Siempre, mirando al mar.

Río es una explosión de alegría vayas donde vayas. La autora con un grupo de niños con venta ambulante en una playa carioca. (Foto Espiral21).
No todas las favelas están pacificadas. Las hay que ya disponen de agua corriente como la mítica ‘Rosinha’ (la más cercana a Copacabana), o cuentan incluso con ascensor, como la de ‘Santa Catalina’ (detrás del barrio de Botafogo).
Pero no nos engañemos. No es un sitio para pasear a solas aunque puedas visitar, en calidad de turista, la ‘Escola de samba de Rosinha’. (Una ocasión única). Son conflictivas y el espejo más triste para todos de este mundo que hemos construido, y en el que nos empeñamos.
(En la favela de ‘Parada de Lucas’ no puedes entrar ni pidiendo permiso a los ‘jefes’ de allí, tras pasar los controles policiales y militares que la circundan. ¿Pero acaso quieres…?).
Y sin embargo, al terminar de leer este reportaje, te aseguro que sentirás la misma nostalgia de sus gentes en tu corazón, que al sobrevolar Río de Janeiro en tu viaje de regreso… Te garantizo que tus bolsillos estarán llenos de los nombres y las sonrisas de aquellos a quienes conociste en Río.
¡Pero vayamos por orden antes de que tanta explosión de color te desborde!

Típica estampa de la avenida de Copacabana donde te cortan un coco y te lo sirven al momento para continuar paseando. (Foto Espiral21).
Río de Janeiro, ciudad maravillosa donde las haya. Vibrante de mestizaje y puro ritmo, tiene sus mejores vistas desde los cerros de las favelas, mejores incluso que desde el Parque Natural de ‘Tijuca’.

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Pero tranquilo… Están el Morro del ‘Pan de Azúcar’, en la boca de la bahía de Guanabara, sobresaliendo en el mar. (Imprescindible el paseo de ida y vuelta en su teleférico). Y el ‘Cerro del Corcovado’ o del Cristo Redentor, que te aguardan para disfrutar desde lo alto.
Con los brazos abiertos, literalmente, esta última. Con 30 metros de altura y sobre las 1.200 toneladas de peso, es la escultura ‘Art Decó’ más famosa del planeta y una de las Siete Maravillas del Mundo Moderno desde 2007. Abierta desde las 8:30 de la mañana, se llega bien en tren o por carretera a tan sólo 20 minutos del centro de la ciudad.

Rio de Janeiro mira desde cualquier punto al Cristo del Corcovado, eje de la vida carioca. (Foto Espiral21).
Podría decirse que es la primera imagen que nos viene a la mente al oír hablar de Brasil, al igual que sucede con el Carnaval, la fiesta más importante del mundo, sin género de dudas.
Y las fantásticas e interminables playas, claro. Siempre soleadas, coloridas y llenas de deporte (Son casi adictos al ‘futvóley‘). Copacabana para no parar por su ambiente. Y por supuesto, Ipanema, pero para posar… Ver y dejarse ver, porque sus arenas son las del glamour.
Inmortalizada por Tom Jobim y Vinicius de Morais en su canción ‘Garota de Ipanema’, podrás tomar una ‘caipirinha do cachaça’ en el café-bar donde nació la canción y hasta imaginar a la ‘garotinha’ pasando, desde su terraza esquinada.
Ahora, eso sí, tanto en una como en otra: ¡Mucho cuidado con el mar! No podrás pasar mucho más allá de la orilla. Son playas para el baño y no para la natación, ya que sus corrientes y oleajes te zarandean más que las caderas al compás de una samba…

Multitud de mercados de fruta jugosa rebosantes de aroma y sabor salpican casi todos los barrios de la ciudad. (Foto Espiral21).
De hecho, si te quedas un par de horitas al menos, te tocará ser testigo de algún salvamento y te sorprenderá descubrir que se practiquen desde un helicóptero, con una gran cesta que se descuelga desde el aire, porque no es posible hacerlo de otro modo. (¡Hasta a los ‘surferos’!).
Pero lo mejor es que puedes comprar de todo en ellas. Así que vete sin nada. Un día de playa en Río es un día de sorpresas, siempre. Mucho más que la bebida y la comida (vasitos de anacardos, ‘queijo’ o queso asado y hasta gambas en brocheta). Allí podrás comprar el bikini, el pareo, las ‘cholas’, las gafas y hasta el protector solar.
Y por experiencia, te digo que estos bikinis de venta ambulante son ‘la cosa mais linda que yo vi pasar’. ¡Querrás comprar más de uno! Son preciosos, baratos y de variedad infinita. Un estallido de colores. (Y todo a la vista, colgados uno a uno bajo una sombrilla que portan como si no pesara apenas).

El color está presente en la cotidianeidad de Río de Janeiro. Son famosas las ‘Escaleras de Selarón’, que unen Lapa con Santa Teresa.
Otro símbolo del colorido puzzle, casi graffiti vivo, que es Río de Janeiro y que tampoco querrás perderte, es la ‘Escadaria do Sélaron’ o ‘Escalera de Santa Teresa’, del artista chileno Jorge Selarón, que se instaló en la capital carioca en 1983.
“A Grande Locura”, como él mismo la llamó, son 215 escalones que suben desde el barrio de Lapa (ideal para salir a bailar en la noche), hasta el Convento de Santa Teresa. Selarón la cubrió con más de 2.000 azulejos diferentes (procedentes de más de 70 países), que fue cambiando durante 20 años hasta el día de su muerte.
Y de las reflexiones de un artista que amaba ese color y vida que llenan las calles de Río de Janeiro, al ritmo que se siente en Lapa. Tal y como ya mencioné antes, Lapa es el ‘must’ de la noche carioca…
Samba y bossa nova en vivo y mucho baile en unas calles que son ‘clave’ de la vida nocturna, donde las colas se confunden con el ambiente. Imprescindible ‘Rio Scenarium’, de varias plantas, en el número 20 de la Rua do Lavradio. Y siempre con los ‘Arcos de Lapa’ (acueducto del. S XVIII por el que cruza el ‘bondinho’ o tranvía amarillo de Santa Teresa), como telón de fondo de una historia.

Los Arcos de Lapa, por donde circula el tranvía, son el ‘check-point’ para la vida nocturna de Lapa.
Y es que todo esconde siempre una historia para el brasileiro (y para el ‘carioca’ más)… Cada canción, cada calle, cada voz, capaz de envolverte con la dulzura y esa sonrisa franca que es toda una invitación a descubrir más y a dejarte llevar.
Es como una felicidad contagiosa que reinara tanto en la esquina más humilde, como en la más adinerada de Leblón (el barrio ‘chic’ de la playa de Ipanema). De modo que te sabrá igual de bueno un trozo de ‘bolo de laranja’ (queque de naranja) en un cafetín de Santa Teresa, que un ‘brigadeiro’ de chocolate en la legendaria confitería Colombo del centro.
Fundada en 1894, ‘Colombo’ ostenta el título de Patrimonio Histórico y Artístico del Estado de Río de Janeiro, y no en vano abandera su estandarte de la ‘Belle Époque’ carioca. Fastuosa tanto en arquitectura como en decoración (no te pierdas la enorme claraboya con vidrieras pintadas sobre el salón de té central), es pura tentación para el paladar.
Pero insisto, disfrutarás igual del desayuno completo de fin de semana en la terraza que la ‘Colombo’ tiene en Copacabana, que de una gustosa ‘tapioca rechada’ (tortillita), en un tradicional ‘botequin’ o bar de cualquier calle como la ‘Travessa do Comercio’, peatonal.
Un buen zumo de ‘Açaí’, la mágica-antioxidante-energizante fruta brasileña y el agua de coco (dentro de la propia fruta fresca y con una simple pajita), te ayudarán a caminar por Río de Janeiro.
Y su manjar oficial, la ‘feijoada’ (comida tradicional de sábado en todo Brasil), te dará el resto de la tertulia… El ‘Bar do Mineiro‘, 100% carioca, es un buen lugar para degustarla, en el 99 de la Rua Paschoal Carlos Magno, también en Santa Teresa.
Seas creyente o no, no podrás sustraerte a la fe en Río de Janeiro, como mismo no podrás escapar del mercado callejero, ya sea de alimentación con productos frescos, o de adornos y abalorios. Así que no te pierdas la Catedral Metropolitana, oficialmente llamada ‘Catedral de São Sebastião do Rio de Janeiro’, en el centro de Río.

De nuevo, el colorido se impone hasta en el interior de la original Catedral Metropolitana de Río de Janeiro.
Su forma piramidal cónica, rematada en lo alto por una inmensa cruz transparente, la hace única. Pero sus vidrieras dejan pasar una luz al interior que… sencillamente, no la olvidarás en la vida.
Y en ella se respira, como en cada rincón callejero o mercadillo, en cada son o baile, ese aire de sincretismo mestizo que lo enriquece todo. No olvidemos que la esclavitud se abolió en Brasil en 1.888, y que sigue aún su curso como mismo conserva su ‘Yongo’ (baile de origen africano que cuenta historias al tiempo que se gira).
(Se bailaba en los ‘quilombos‘ o antiguos refugios de los esclavos fugitivos, procedentes de las costas africanas, y su descendientes…Más de cuatro millones). Son los ‘quilombolas‘ de hoy.

El mestizaje se refleja en el arte como clave de la idiosincracia de sus gentes. La autora ante unos lienzos callejeros. (Foto Espiral21).
Río de Janeiro amanece coloreada cada día, pero no de un sólo tono… Son como los retratos de su ‘graffitero’ más internacional, Eduardo Kobra, llenos de vidas distintas que se han cruzado en un mismo instante, dentro de las fronteras de un gran país.
Y en un punto de su orilla verás el alma de Río de Janeiro, y también de todo Brasil… Y será en los ojos de las muchachas y los muchachos más jóvenes. Será en la curiosidad de sus sonrisas al recibirte.
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Y como ya sabes, al final de cada artículo iremos enlazando cada una de las 12 ciudades que Nadia te presentará a lo largo de la serie de 12 reportajes:
0. Presentación (visita Escápate conmigo, 12 destinos, 12 experiencias.)
1. Spoleto (visita Spoleto, Joya oculta del medievo italiano.)
2. Rotterdam (visita Rotterdam, de ajetreado puerto a ciudad ‘trendy’.)
3. Tesalónica (visita Tesalónica, donde Aristóteles aún susurra.)
4. Estambul (visita Estambul, cambia de continente sin salir de la ciudad).
5. Kyoto (visita Kyoto, donde hallar el Cielo en la Tierra).
6. Nueva York-Brooklyn (visita Brooklyn, el tesoro escondido de Nueva York).
7. Río de Janeiro (visita Río de Janeiro lienzo de mil colores).
8. Marsella (visita Marsella, que el mar te guarde).
9. Lisboa (visita Lisboa, adonde el Cristo mira).
10. Sevilla (visita Sevilla para herir, decía Lorca. Para sentir, siempre.).
11. Tel Aviv (visita Tel Aviv, la gran Manzana del Mediterráneo).
12. Dubrovnik (visita Dubrovnik, de torre a torre y tiro porque me toca).
Asómate a la mirada escondida en cada uno de sus relatos, recuerda que esta serie la publicaremos regularmente gracias al patrocinio de Telefónica Movistar Cloud.
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