PP canario aguantó hasta que llegó su hora
Cuentan en los mentideros del PP canario que los cambios orgánicos “vendrán de abajo hacia arriba“, de manera que se cumpla el deseo del presidente nacional, Pablo Casado, de forjar un nuevo equipo, más joven y más dinámico, con mayor capacidad opositora en el Parlamento regional.
La presidenta interina, Australia Navarro, apoyó a Soraya Saénz en las primarias (igual que Asier Antona), pero el triunfo de Casado convirtió aquel respaldo en un olvido sin efectos secundarios. Hasta que llegó su hora, como las películas de Sergio Leone.
En aquellas primarias de 2019, Casado apenas contaba en las filas canarias. Dio una charla en el parque de San Telmo de Las Palmas, con 4 gatos mal contados que congregaron con esfuerzo Guillermo Mariscal y Melchor Camón, aunque después el régimen olvidó (injustamente) al segundo por ensalzar al primero.
Si nos atenemos a los tiempos nuevos de Casado, parece que toca a su fin el reinado de Australia Navarro después de 25 años de servicio. Pero mucho tendrá que correr la sede central de Génova si busca mover ficha en Canarias.
Las elecciones insulares en Gran Canaria están previstas para el 30 de enero de 2021, con el stablishment casi inamovible (si acaso una nueva incorporación que responde al perfil que busca Casado, Álvaro Muñoz) y el aparato de poder respaldando a Poli Suárez para su renovación.
Pero la suerte del PP canario no se cincela en procesos internos controlados con el mando a distancia.
Los movimientos de salida de nombres de relieve de las últimas 2 décadas hacia otras formaciones (como CC), amenazan con provocar un terremoto que pasaría factura en los comicios de 2023. El futuro del PP isleño quedaría comprometido salvo que Casado logre que alguien se lo explique al oído, sin interferencias ni intermediarios.