Plaza de San Pedro, inmaculada pero descarnada
#DesdeMiVentanaVerde, episodio 4. La autora reivindica la Navidad como plataforma de protesta a las calamidades y tragedias de Ucrania, frente a las indulgencias y bendiciones convencionales
#DesdeMiVentanaVerde, como si fuera la chica de ayer con sonido a mar y sin saber qué hora es. La gente canta ‘el gordo’ desde hace días, y casi mejor que los niños de San Ildefonso, pero comen ‘panettone’.
Muchos han olvidado al ‘calvo’ de la lotería de Navidad y ya pocos saben que el tema musical escogido para su imagen, año tras año, era ‘Café de los estudiantes’, incluido en la banda sonora de “Doctor Zhivago”.
(Hay quien cree que la música se compuso para ‘el Gordo de Navidad’. Perdón, el calvo, en realidad… Como si del marketing naciera todo lo que cuenta o vale).
Las calles que te vieron crecer tienen ya otras pisadas. El tiempo revuelto como el café o una canción compuesta sin papel. ¿Y si detrás de cada gota de lluvia, de verdad, te mirara un ángel…?
Como decía Julio Cortázar, “Yo creo que la única gran pérdida son las ilusiones, y a veces las certidumbres, por hermosas que sean, no alcanzan a reemplazarlas”.

Plaza de San Pedro, con la basílica al fondo y la autora, Nadia Jiménez, en primer plano, en invierno. (Foto E21).
Pues, seguramente, entre tanto ‘panettone’ en vez de turrón, hay mucho pensamiento que no se exterioriza, lamentablemente. Y es que incluso los días soleados hay estrellas oscuras por la noche.
Desde mi ventana verde pensaba si en estos días, en realidad, no quedaban más al descubierto las grietas del alma humana. Siempre impaciente y, muchas veces, despechada (como la canción de Rosalía), hasta por las más pequeñas cosas.
El mismo marco verde de la ventana ceñía mi mirada invitándome a no salir del túnel de la memoria, entre tanto extremo como en el que me encontraba debatiendo.
Y mi espíritu, casi a la vista en el hueco de mi mano, me llevó de vuelta hasta aquella plaza como si de una carta cerrada se tratara. Sentí como una mordida. También un silencio sordo de quien aguarda impaciente la escucha.
Las ilusiones frente a las certezas, como decía Cortázar, pues éramos multitud pero yo sentía el vacío. De nuevo, el hombre vestido todo él de blanco y asomado al balcón principal, las enumeraba una a una.
No eran nuevas. Bueno, alguna sí. Reciente, para ser exactos. Pero parecía que eso daba igual y que todos aguardaban únicamente la indulgencia, no más, del momento de la bendición.
Inmaculada pero descarnada. En mi mente sonaba la voz de Dolores O’Riordan cantando ‘Zombie’ (The Cranberries). Aquel precioso tema de guitarra y voz desgarradas como lamento por Parry y Johnattan Ball (de 12 y 3 años). Muertos por una bomba del IRA.
Ahora es Ucrania la que se incorpora a la lista de calamidades, en vivo y en directo, enumeradas por el Papa en su bendición ‘Urbi et orbi’ desde la Plaza de San Pedro del Vaticano, en Roma.
Casi 30 años después, lo que empezó por la región del Donbás se extendió rápidamente a todo el país. Y no conocemos sus nombres… Pero la voz de Dolores revoloteaba sin parar en mi cabeza.
“El corazón roto de otra madre está siendo sometido. Cuando la violencia causa silencio, nosotros debemos estar equivocados”, decía la canción.
“En tu cabeza, en tu cabeza, ellos están peleando. Con sus tanques y sus bombas. Y sus bombas y sus armas, en tu cabeza. En tu cabeza ellos están llorando”, en referencia a aquel atentado del 93.
Todo ese dolor silencioso flotaba en la Plaza y su ruido llegó hasta mi ventana verde, envuelto en el olor del ‘Panettone’. Pero en la calle de atrás sé que han cocinado ‘Paska’, el pan dulce ucraniano por Navidad, y en mi cabeza, ellos están llorando.

Cardenal, con color púrpura, y un sacerdote diocesano, en la parte externa de la plaza de San Pedro. (Foto E21).
Para seguir leyendo
Episodio 1. Gueto judío de Venecia, en el verde de la memoria.
Episodio 2. Sátira de la Crucifixión más allá de la plaza San Marcos.
Episodio 3. ‘Ponte Vecchio’, murmullo de voces y sueños.