Papa congrega más de 100.000 personas en la bendición Urbi et Orbi
La vuelta a la plaza de San Pedro en el Domingo de Pascua tras el Covid, supera las expectativas del Vaticano. Bergoglio critica la invasión de Ucrania sin citar a Rusia
Papa congrega más de 100.000 personas en la bendición Urbi et Orbi, que ensalza el Domingo de Pascua.
Después de las dificultades vividas en la Vigilia Pascual, Bergoglio apareció sonriente en el exterior de la mayor plaza de la Cristiandad, aunque al final de la bendición (desde el balcón central), el rostro del pontífice se tornó serio, preocupado, sufrido. Su discurso contra las guerras de todo el mundo pudieron con su buen humor cuando se dirige a los fieles congregados en San Pedro.
La plaza presentaba un lleno absoluto, con colas de personas que copaban toda la Vía de la Conciliación, como en los mejores tiempos prepandemia, cuando el ‘huracán Bergoglio‘ llegaba a todas partes. Nada que ver con la escena vivida hace apenas dos años, con un Papa en solitario recorriendo una lluviosa plaza en la memorable Statio Orbis.
También continuó su práctica desde el comienzo de la guerra de lamentar los efectos de la invasión a Ucrania sin nombrar a Rusia como agresor.
“Que haya paz para la Ucrania devastada por la guerra, tan duramente probada por la violencia y la destrucción de la guerra cruel y sin sentido a la que fue arrastrada. En esta terrible noche de sufrimiento y muerte, que pronto aparezca un nuevo amanecer de esperanza”, dijo.
Al pedir la paz en Ucrania, el Papa Francisco subrayó el peligro de una escalada nuclear, citando un manifiesto de 1955 del filósofo Bertrand Russell y el científico Albert Einstein que advertían sobre el peligro que representan las armas nucleares: “¿Debemos poner fin a la raza humana, o la humanidad renunciará a la guerra?”.
“Salimos de dos años de pandemia, que se cobró un alto precio. Era hora de salir juntos del túnel, de la mano, uniendo nuestras fuerzas y recursos. En cambio, estamos mostrando que todavía no tenemos dentro de nosotros el espíritu de Jesús, todavía tenemos el espíritu de Caín, que vio a Abel no como un hermano, sino como un rival, y pensó en cómo eliminarlo”, enfatizó.
Unos minutos después de sus comentarios, el Papa hizo una pausa para sentarse, aunque se levantó de nuevo para dar su bendición final. El Papa, de 85 años, que sufre de dolor en el nervio ciático y un ligamento inflamado en la rodilla derecha, caminó con dificultad durante la misa.
Francisco se refirió brevemente a otros puntos críticos globales, incluida Jerusalén, donde más de 150 personas resultaron heridas el viernes en enfrentamientos entre la policía israelí y manifestantes palestinos alrededor de la mezquita Al Aqsa de la ciudad.