Paco Juan Déniz, su realismo y su deseo
Paco Juan Déniz trasciende. Y de eso se trata. Trascender de lo real, y no desde. Su realismo y su deseo son uno. Surrealismo, en definitiva. Esta última exposición, en el Centro de Artes Plásticas del Cabildo, lleva por título ‘Liberación del deseo’.
Y Paco Juan Déniz lo libera. El deseo. Pero no ahora. no es nuevo. Siempre lo ha hecho. Siempre ha sido un revolucionario. Hay que serlo para sentirse libre, en el arte como en la vida.
El arte es su forma de hacer la revolución. Y vivir de ello, sin venderse, la mejor manera de corroborarlo. Prefiere el arte al mundo del arte. Adentrarse en el inconsciente sin contención…Y mucho menos, la que marcan otros.
Tal y como dice el Manifiesto surrealista…“Es un dictado del pensamiento, sin la intervención reguladora de la razón”. Porque el genio creativo se expresa siguiendo sus propias reglas.
“Ajeno a toda preocupación estética o moral”. Así es la ‘Liberación del deseo’. Así es hacer arte para Paco Juan Déniz. Es tomar conciencia de la propia libertad.
Enganchada a su brazo desde siempre (la libertad), busca la materialización figurativa de sus sueños como rastro o senda de ese deseo.
Esta última entrega individual del artista Paco Juan Déniz reúne una treintena de piezas producidas desde el ’92 hasta hoy. Y son diferentes las técnicas que nos acercan al universo surrealista del creador.
La exposición de Paco Juan Déniz, que se exhibe hasta este fin de semana, puede ser visitada de lunes a viernes, de 10.00 a 21.00 horas. Cita imprescindible con el arte, debería prolongarse el resto del verano…Como sueño de sus noches…
Creador inadaptable a la realidad, se entrega al detallismo y ese color modelado tan característico de su obra, en la que plasticidad y lírica van de la mano.
Como explica Ángel Sánchez, “Déniz sueña con la fuga para alcanzar el horizonte marino, con un surrealismo personalizado que anhela ver mundo, conformándose con una sublimación dibujística que adopta la forma de conciencia deseante”.
Déniz se asienta sobre el dibujo para presentar hechos sacados de la realidad, pero dentro de un ambiente ensoñador. Sus horizontes, esa sensación de permanente infinito…
Y en todos ellos la presencia de objetos misteriosos, extravagantes, claro. Propios. Cautivadores. Criaturas que se cuelan en nuestra retina ya para siempre.
De nuevo, es como prologa Ángel Sánchez, “Un milagrero de la motilidad psíquica que da a veces la impresión de servir de médium entre la idealizad de la belleza inédita y la ceguera conductiva de nuestras vidas corrientes y molientes, adictas a las pantallitas y a las trapacerías de quienes llevan el mundo”.
Del mundo de su subconsciente se cuela un nuevo personaje… Una isla interior, un hombre isla. Con sombrero, por supuesto. No son nuevos los sombreros en la obra de Déniz. Yo lo descubrí de niña.
Hoy cuelga en una de mis paredes (regalo de mis padres). Modelado en azul, se pasea por mi salón con pequeñas zancadas. No así su sombrero, de ala ancha.
A fin de cuentas, quién conoce a ciencia cierta la realidad… (Tan sólo como creemos que es).
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