Nina Bahinskaya, la heroína de Bielorrusia
La bisabuela de Minsk, de 73 años de edad, se convierte en una de las protagonistas de las protestas contra el autoritario presidente Lukashenko
Nina Bahinskaya… Y de mayor, quiero ser… Nina Bahinskaya (leído acentuando la ‘i’). De estatura chica pero alcance mundial. De voz ya frágil por su edad pero, en absoluto, apagada.
Nina es fuerte como si, en verdad, fuera grande pero, justamente, con esa constancia de las cosas pequeñas. Es la mujer a la que todas deberíamos aspirar un día. Mayor, realmente mayor pero de tanta lucha acumulada.
La que es conocida como la ‘bisabuela’ de Bielorrusia (73 años), es esa gota de agua clara, diminuta pero transparente, que siempre te sorprende al caer y de la que siempre cabe esperar qué vendrá después.
Ha sido sencilla lluvia durante estas últimas semanas de manifestaciones por las calles de Minsk, hasta que se desató la tormenta tras su detención junto a 400 mujeres más este fin de semana.
Fiel a su bandera que porta consigo en cada cita, Nina fue introducida como un fardo en una furgoneta, de malos modos y por la fuerza, después de quitarle la bandera de la antigua Bielorrusia.
Y al igual que ella, otras muchas mujeres más. Hasta que incluso pareció superada la capacidad física del furgón. Sobra contar que el policía que la cogió entre sus dos manos, separándola del suelo igual que a una niña, le doblaba la estatura.
Como si fuera una simple rama que retiras del camino… Pero este camino no se ha terminado de andar aún, ni mucho menos.
Militante hasta la médula, Nina, cuyo nombre corean todos como un símbolo desde que empezaran a sucederse las manifestaciones contra Alexánder Lukashenko (el 9 de agosto), está siempre en primera fila.
“¿Qué podría hacerte a ti, la jubilada, esta banda?”, se dijo para sí Nina, según contó en una entrevista a la televisión bielorrusa ‘Belsat’. Tiene siete años más que Lukashenko pero no quiere morirse viéndolo ocupara el mismo sillón presidencial.
Su pelo blanco muy cortito y práctico, sus gafas corrientes de montura fina, sus vaqueros ‘todoterreno’ (cuando no lleva su reivindicativo traje regional), y sus cómodas playeras para aguantar la marcha que se tercie. Nina es la voz de todo un pueblo cansado de callar, que ya ha dicho “¡Basta!”.
Fue puesta en libertad varias horas después de ser apresada, tan pronto como la imagen de esta diminuta ‘abuelita’ empujada hacia el interior la camioneta, dio la vuelta al mundo. Pero lo primero que hizo fue manifestarse para preguntar dónde estaban las otras 400…
Minsk tiene estos días rostro de mujer, acabe como acabe esto. Y se llama Nina Bahinskaya.